ArteBA 2024 cerró sus puertas con el clima de euforia que provocan las grandes ventas. Los artistas y galeristas expresaban con alegría que, en casi todos los casos las operaciones superaron cifras que cuando se inauguró la feria parecían inalcanzables.
Lo cierto es que desde el montaje hasta la selección de las obras coincidieron este año para poner en evidencia la calidad del arte argentino, sorprendente en varios stands. No es de extrañar entonces que, a pesar de la intensidad de la crisis, en medio de una fiesta donde el atractivo de las obras resultaba por demás tentador, los compradores no se hicieron esperar.
Acaso los mejores ejemplos son los de las galerías Barro, donde colgaron una pintura de Guillermo Kuitca de la década del 80, frente a dos dibujos imponentes de Duville. En Ruth Benzacar, las nubes de Tomás Saraceno deslumbraban a los visitantes.
Las galerías Nora Fisch o Vasari estuvieron frecuentadas por varios compradores, al igual que Cott Gallery, donde cuentan que la curadora del Malba, Marita García, eligió la extraña pintura “El hogar de las niñas mueble” de Verónica Gómez, obra destinada a establecer un diálogo con artistas como Remedios Varo y Leonora Carrington, las estrellas surrealistas de Latinoamérica.
La galería Pasto vendió el “Niño soldadito” de Manuel Brandazza, un trabajo realizado con barro del río Paraná. Vale la pena mencionar a la galería Mite y los fascinantes dibujos de Máximo Pedraza.
La presencia en el recorrido de los stands de los ex miembros de la comisión directiva como Andrés von Buch, Alejandro Corres, Andreas Keller y Luis Incera, entre otros que gestaron las mejores ediciones de una feria que cumplió más de 30 años con reiterados vaivenes, trajo al presente el gran tema de los objetivos de la Fundación arteBA. En primer lugar, la posibilidad de convertirse en el trampolín de despegue del arte argentino, puede volver a ser una realidad.
Por lo demás, la donación del Grupo Lapachos Holding, posibilitó la compra de varias pinturas del tucumano Sandro Pereira en la galería The White Lodge. Si bien el Programa de Adquisición de Museos con el apoyo de la empresa Zurich nunca se suspendió, en esta edición cobró fuerza el arribo financiado por la Agencia de la Cancillería Argentina, del Reina Sofía de España que compró un trabajo de Londaibere, mientras el Museo de Museo Centro de Arte Dos de Mayo de Madrid se llevó una serie de “Dibujos de fuerza” de Verónica Meloni, y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona eligió “Oruguismo” de Rosario Zorraquín.
El Museo de Arte de Lima eligió una obra de Fernanda Laguna y el Guggenheim de Nueva York se llevó “Los martires del Ocean”, de Santiago Garcia Saenz. Guillermo Tempesta, presidente del Banco Santander Argentina, institución patrocinante de la Fundación arteBA, a la hora de elegir una obra se quedó con “Compostasma y mano de pintor” de Carlos Huffmann, y “Blue Grass Forest” de Vicente Grondona.
A la hora de celebrar se sumaron los premios. El Premio Pinamar fue ganado por el artista Donjo León, y el otorgado al Coleccionismo se lo llevó Amalia Amoedo, referente del estímulo al arte contemporáneo argentino y latinoamericano.
Laura Hakel, a cargo de la Colección Ama Amoedo, cuenta que sumó a su acervo un conjunto maravilloso de cerámicas, dibujos, fotos, documentación y una edición del libro original de la artista Ana López sobre el proyecto “Convivir con virus” que realizó en el año 2000 junto con poemas de Marta Dillon, en respuesta a la crisis del sida en la Argentina.
De la misma artista también adquirió el díptico “Muchacha con nube”, de la serie “Un sueño del siglo pasado” (1999), en referencia a la misma temática. En la sección de galerías jóvenes, Utopía adquirió “Barbie Virgen de Luján” de la Serie “Barbie Plastic Religion” (2024) del dúo rosarino Pool & Marianela, en la galería Popa.
Finalmente, el premio Remax ganado con justicia al mejor stand se lo llevó Julián Misrahi de la galería Del Infinito. Allí se destacaban los colores radiantes de Julio Le Parc y las formas onduladas de Beto de Volder. Y hubo, además, una mención especial para la galería Piedras.
Entre los espacios el llamativo color naranja de la galería Valerie’s Factory que llegó este año por primera vez a la sección principal, atraía todas las miradas. Entre los stands jóvenes de Utopía, la galería Grasa también se destacaba por ostentar la superficie de las paredes y el piso íntegramente tapizada con telas estampadas.
Para el Museo Moderno los Amigos compraron “Terra communis” de Trinidad Metz Brea, una escultura monumental, “La cosa del arte”, de Joaquín Aras, una película Super 8 intervenida y digitalizada; “Piel Rizoma” de Julia Padilla, y “Cerbera” de Amanda Tejo Viviani. El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires sumó tres obras. Para comenzar, un acrílico sobre tela de Edgardo Giménez que pertenece a la serie geométrica de los años 90.
Y también geométrica es la obra “Prismas triangulares II” de Maria Suardi, y “Continuidad-movimiento N° 2″ de Alicia Orlandi, artista consagrada en el mundo, pero no del todo en la Argentina. En este sentido, arteBAa brindó la posibilidad de conocer a través del mercado, varios artistas que la tan frecuente indolencia de las instituciones argentinas, sentenciaron al olvido.
Fuente Ambito