Tras un año de gobierno ya nadie puede negar que la libertad de los libertarios fue apenas una premisa que jamás llegó a concretarse. Muchos atinan que fue más parecido a una ilusión óptica que se fue desvaneciendo a medida que avanzaba la gestión de Javier Milei. Algunos lo adelantaron incluso antes de la campaña, pero la gran mayoría tuvo que atravesar este proceso para vislumbrar algo contrario a lo que pregonaban los alfiles de LLA.
Aquí en la Ciudad de Buenos Aires, ingresó un proyecto a la Legislatura porteña que busca restituir el nombre original de la estación Entre Ríos de la línea E de subte, quitando la referencia al periodista Rodolfo Walsh. Pero esta no es la primera vez que ocurre: en abril pasado, los libertarios enviaron otro proyecto al parlamento porteño para cambiar el nombre de la Estación Juan Manuel de Rosas de la línea B de subtes.
En las últimas horas, los diputados liberales Ramiro Marra y Yamil Santoro, entre otros, presentaron el proyecto para que la estación de la línea E tome nuevamente su antigua denominación y eliminar el nombre de Rodolfo Walsh.
La iniciativa surge como respuesta a «un reciente fallo de la Cámara Criminal y Correccional Federal que señala la participación de Walsh en uno de los atentados más graves de la historia argentina». Según el proyecto, el fallo judicial, en el caso «Salgado, José María y otros s/recurso de apelación», establece «la responsabilidad de Walsh en la planificación del ataque a la Superintendencia de Seguridad Federal ocurrido el 2 de julio de 1976″.
El texto del proyecto de Ley señala que mantener el nombre de Walsh en la estación constituye una «contradicción con los valores democráticos y un mensaje erróneo hacia la sociedad, ya que implica relativizar la gravedad de los actos de terrorismo».
Además, «subraya el deber del Estado de preservar una memoria histórica completa y veraz, en línea con el mandato judicial de priorizar la verdad y la justicia en la construcción de una memoria colectiva».
«Este cambio no es un juicio sobre la obra literaria o periodística de Walsh, sino una decisión basada en hechos judicialmente comprobados que lo vinculan con crímenes atroces. Es tiempo de hacer justicia a las víctimas y sus familias, alcanzando el ideal de verdad», agregó Santoro.
Borrar la historia de un plumazo
No es la primera vez que ocurre algo semejante. En abril pasado, tras el anuncio de quitarle el nombre “Centro Cultural Kirchner” al CCK, la Libertad Avanza quiso modificar el de la estación “Juan Manuel de Rosas” de la línea B de subte y llamarla Monroe, en homenaje al quinto presidente norteamericano James Monroe, creador de la famosa doctrina “América para los americanos”.
La iniciativa fue presentada por la legisladora porteña Sandra Rey de La Libertad Avanza, argumentando, además, la proximidad respecto a la Avenida Monroe, dado que se encuentra ubicada en la intersección de las avenidas Triunvirato y Monroe.
Entre los fundamentos del proyecto de Ley señala que “no existen razones de índole práctica para denominar a la estación de la línea B con el nombre de Rosas con la sola excepción de ser la terminal de la línea roja punzó”, destaca la diputada porteña del espacio libertario.
En el mismo sentido, Rey, argumenta que “el hecho de que la denominación Juan Manuel de Rosas de la estación de subte de la línea B se haya aprobado mediando audiencia pública no es óbice para modificarla, puesto que a las audiencias públicas pueden concurrir vecinos de la zona o incluso militantes, a los efectos de apoyar una determinada iniciativa legislativa”.
Uno de los argumentos de la legisladora Sandra Rey, para fundamentar el cambio de nombre de la estación está alejado de la realidad. La decisión original de nombrar Rosas a la estación no estuvo ligada al “color rojo punzó” de la línea B, sino en el marco de una reparación histórica que, en gran medida, fue reclamado por vecinas, vecinos y organizaciones del barrio. Originalmente la avenida Monroe tuvo por nombre Juan Manuel de Rosas entre 1973 y 1976, cuando la última dictadura militar le devolvió su nombre anterior.
Fuente Tiempo Argentino