Sin margen para más ajuste, el mercado le pide a Milei mejorar la recaudación
Por Cristian Carrillo|EDW| Un banco de inversión advierte porque ya no hay margen para más ajuste del gasto. Pese a las promesas de campaña de Milei, la presión impositiva de 2024 se mantuvo sin cambios. La urgencia de mejorar los ingresos de la gente.
El gobierno de Javier Milei celebra haber cerrado el año fiscal 2024 con un superávit financiero, el primero desde 2008, pese a haberlo conseguido pisando la obra pública casi en su totalidad, recortando jubilaciones y llevando a un tercio las transferencias a las provincias, un “pagadiós” que en algún momento habrá que reestructurar. Un informe dado a conocer este lunes por el banco de inversión JPMorgan Chase considera que el enfoque fiscal debe cambiar de uno basado en el gasto a uno centrado en los ingresos, dado que existe poca capacidad para seguir recortando gastos.
A contramano, el Gobierno promete este año bajar todavía más el gasto y que eso redunde en eliminación de impuestos. La apuesta del mercado es que las elecciones legislativas le permitan al Gobierno avanzar en reformas estructurales para seguir ajustando, como la laboral y previsional.
El discurso oficial es que el ajuste derivará en una “devolución” a la población del esfuerzo en menos impuestos. Sin embargo, el ahorro producto del recorte no llega a las mismas espaldas. Por el contrario, el ajuste recayó en jubilados, empleados públicos, provincias y en una recesión que afectó también el trabajo privado. Los recortes de impuestos y exenciones se aplicaron sobre en sectores puntuales: redujo alícuotas en Bienes Personales, modificó el Régimen de Monotributo para que alcance a menos personas y eliminó el Impuesto a la Transferencia de Inmuebles. Además, no prorrogó el impuesto al PAIS para el dólar tarjeta que venció a fin del año pasado.
También restableció Ganancias para los trabajadores –aunque con escalas más progresivas—y no tomó ninguna acción respecto de las retenciones a la soja.
Pero los movimientos tributarios no mejoraron el perfil impositivo. De hecho, empeoraron. El latiguillo de la presión fiscal, con la que argumentan la eliminación de impuestos y justifican los ajustes en el gasto, también se cae de bruces ante la realidad. En una economía en la que desde el Gobierno se fomenta el trabajo informal, el resultado es una mayor inequidad y que la presión fiscal (concentrado en un universo formal cada vez más acotado) se va incrementando año a año.
La mochila fiscal de un lado a otro
El año pasado cerró con un incremento de la presión tributaria efectiva nacional de 0,5 puntos porcentuales del PBI respecto a 2023. “Al excluir los ingresos extras por blanqueo, moratoria y bienes personales la presión tributaria efectiva se mantendría constante”, sostiene el último informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF). En un análisis sobre el desempeño de la recaudación de los tributos vinculados al comercio exterior, derechos de exportación sería la segunda menor de los últimos seis años, con una suba real del 31,7 por ciento respecto al año pasado. Los derechos de importación se mantendrían sólo por encima del nivel de 2020.
En la previa a su eliminación, el impuesto PAIS habría logrado recaudar su mayor valor desde que se creó, con un incremento real respecto al 2023 de 56 por ciento. “Al excluir del total los tributos vinculados al comercio exterior, la recaudación se ubicaría como la segunda más baja”, detalló el IARAF. Por el lado de los tributos vinculados al sector interno, el IVA exhibió es el tercero mayor en recaudación real del periodo. La recaudación por impuesto a los combustibles líquidos sería la segunda menor del periodo y por aportes y contribuciones sería la menor de todo el periodo bajo análisis.
“No solo hay que reducir la cantidad de impuestos sino que más importante y desafiante aún es eliminar impuestos que recaudan mucho, pero son muy distorsivos. Para ello, es imprescindible un Acuerdo de Coordinación Fiscal entre la Nación y las provincias que ordene y fortalezca el IVA y Ganancias”, sostuvo el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).
El planteo del Gobierno, en tanto, es simplificar el sistema eliminando los restantes tributos que aportan muy poco en términos de recaudación. Sin embargo, el problema es la informalidad laboral y la reducción del universo sobre el que recae la mochila impositiva. “Una manera de desenmarañar el perverso esquema vigente es establecer que todo el IVA se destine a las provincias y la totalidad de la recaudación de Ganancias a la Nación”, aseguró el informe de IDESA.
Cambio de deuda por más deuda
“El sistema tributario argentino es extremadamente intrincado”, destacó el documento. La principal razón es que los tres niveles del Estado (nacional, provincial y municipal) gravan a los ciudadanos con sus propios impuestos de manera superpuesta y descoordinada. Una de las consecuencias es que hay más de 150 impuestos con montos de recaudación muy dispar.
Se estima que en el 2024 la presión tributaria total, sumando la nacional y provincial y excluyendo a los aportes y contribuciones a la seguridad social, ascendió al 20 por ciento del PBI. Dentro de esta masa de recaudación se destacan por su volumen los cuatro principales impuestos nacionales que son IVA, Ganancias, Cheque y Derechos de Exportación. A estos se suma el principal impuesto de las provincias, que es Ingresos Brutos. Estos cinco impuestos explican el 87 por ciento de la presión tributaria total. “Los restantes veintisiete impuestos representarán 6,2 por ciento de la recaudación”, agregó un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC).
Según JP Morgan, el déficit fiscal primario pasará de un superávit del 0,3 por ciento del PBI en 2024 a un equilibrio en 2025, el mejor desempeño desde 2010. Pero la eliminación de impuestos como el PAIS y la ausencia de ingresos extraordinarios podrían generar un déficit de ingresos equivalente al 2 por ciento del PBI.
El Presidente, al presentar el proyecto de ley de Presupuesto para este año, había asegurado que no emitiría deuda dado que aspira a conseguir nuevamente equilibrio fiscal. Tal como informó El Destape, se trató de otro giro discursivo del libertario para sostener que no habría aumento neto de la deuda y solo renovación de los vencimientos de este año, algo que confirmó este fin de semana Milei. El problema que, con la eliminación de las cláusulas de administración financiera, cualquier renovación en peores condiciones crediticias que las del empréstito original –ya sea por mayores tasas o cambios en los plazos—implica cambios netos en los compromisos.
El programa de financiamiento del Tesoro enfrenta grandes vencimientos este año, ya que se deberá refinanciar deuda local equivalente al 16 por ciento del PBI. Incluso con un nivel de rollover del 85 por ciento, el déficit financiero podría alcanzar los 13.000 millones de dólares. JP Morgan prevé que un nuevo acuerdo con el FMI, esperado para los primeros meses del año, será clave para cubrir parte de este déficit y respaldar la apertura gradual del mercado cambiario. O sea, más deuda con el FMI.
Pero el punto más complejo es, sin dudas, la decisión inequívoca de seguir profundizando el ajuste con reformas de más largo aliento. “La decisión política de elevar el stock de ahorro nacional entraría así en su segunda fase en 2026. Esa segunda fase se basaría en una mayor representación en el Congreso para avanzar con reformas macroeconómicas de base amplia que servirían para elevar el ahorro del sector privado, como por ejemplo las reformas laborales y de pensiones”, advirtió el JP Morgan.