Este 1° de mayo no es uno más. Los derechos de las y los trabajadores, así como la digna retribución que les corresponde, son hoy ferozmente amenazados por un Gobierno que recorta y ajusta sobre las espaldas del Pueblo.
En pocos meses, los salarios se desplomaron, las condiciones laborales retrocedieron décadas y se han anunciado complementos de la llamada Ley Bases, con la deliberada intención de aniquilar las conquistas históricas del movimiento obrero. Así las cosas, solo queda utilizar todas las herramientas del derecho colectivo del Trabajo (asambleas, quites de colaboración, paros y movilizaciones), o asistir impávidos a la transformación en letra muerta del ARTÍCULO 14 BIS de la Constitución Nacional.

Según un informe reciente de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), el Salario Mínimo, Vital y Móvil perdió un 34,6% de su poder de compra entre diciembre de 2023 y mayo de 2024. Esto no es sólo un número: significa menos comida en la mesa, menos medicamentos, menos acceso a servicios esenciales. El salario mínimo hoy cubre apenas el 31,6% del costo de la Canasta Básica Total. Estamos hablando del peor nivel de los últimos veinte años y la mayor caída en tres décadas.
En este escenario de ajuste brutal, las paritarias (que deberían ser una herramienta central para garantizar salarios dignos) están siendo vaciadas de contenido. No solo se restringe la negociación colectiva, sino que en muchos sectores los aumentos no llegan ni a empatar con los índices oficiales de inflación.
En el caso del trabajo rural, el desprecio fue aún más explícito: se ofreció un 0% de aumento; una provocación que desconoce por completo la realidad del campo y las necesidades básicas de quienes lo sostienen con su esfuerzo diario. Sin paritarias libres, no hay justicia social posible.
Esta realidad se vuelve aún más cruda si contemplamos las condiciones desiguales que ya venían atravesando las y los trabajadores rurales; con enormes dificultades para acceder a los derechos más elementales.
Mientras se anuncian beneficios fiscales para sectores concentrados y se promueve una desregulación laboral encubierta, miles y miles de peones rurales sobreviven con ingresos que no alcanzan ni para cubrir la subsistencia. Además de ello, la informalidad continúa siendo una marca dolorosa en nuestro sector, circunstancia agravada ante medidas oficiales que parecieran buscar su consolidación (cuando no, su crecimiento).
En particular, la Ley Bases, que el oficialismo impulsó con apoyo de sectores cómplices, se tradujo en una amenaza concreta, facilitando despidos, precarizando el empleo, debilitando los organismos de control y borrando de un plumazo las herramientas que durante años nos costaron luchas, organización y sacrificio. No hay «modernización» posible que justifique condenar a millones de argentinos a la pobreza y a la exclusión.
«Es crucial abordar el tema de las paritarias libres, ya que las propuestas actuales no alcanzan a cubrir los índices de inflación.
Además, denunciamos la cruel intervención en la obra social de los trabajadores rurales (Osprera) por parte del gobierno nacional, que atenta directamente contra el derecho a la salud. El cierre de casi 700 bocas de expendio es inaceptable, especialmente considerando que en las zonas rurales la conectividad y el acceso a internet son limitados, haciendo aún más importante contar con estos puntos de acceso.
Desde la UATRE y con la conducción de nuestro secretario general, José Voytenco, levantamos la voz en nombre de quienes trabajan la tierra, muchas veces en condiciones climáticas extremas, lejos de los centros urbanos, sin acceso a transporte, salud o educación. Son los que garantizan el alimento en nuestras mesas. No merecen olvido ni desprecio. Merecen políticas públicas que los protejan, un salario justo y condiciones de trabajo dignas.
Lo dijo Perón, y sigue vigente: “El trabajo es un derecho que dignifica al hombre y una obligación que lo engrandece”. No se trata solo de empleo, se trata de justicia, de soberanía y de dignidad nacional. Quitarle derechos al trabajador es atentar contra las bases mismas de una patria libre, justa y soberana. Por eso, como organización sindical, no vamos a retroceder ni un paso en la defensa de cada conquista lograda con lucha y organización.
En este contexto tan adverso, no podemos dejar de recordar las palabras del Papa Francisco, quien siempre alzó la voz en defensa de los más humildes y de los trabajadores: “El trabajo dignifica, da pan, da dignidad. Y cuando no se protege, se roba la esperanza”. Y también su histórico llamado a los jóvenes y al pueblo organizado: “Hagan lío, salgan a la calle, luchen por sus derechos”. Hoy, ese llamado cobra más fuerza que nunca.
Por eso y ante la fuerza del poder económico concentrado, es momento de unidad, de organización y de lucha. El Día de la y el Trabajador no se celebra: se conmemora. Se recuerda la sangre derramada, los derechos conquistados y la dignidad que no se negocia.
Tenemos derecho a un presente y a un futuro donde todas y todos gocemos de un mínimo de bienestar que nos permita, simplemente, ser felices; como lo éramos con Perón y con Evita… como hemos de volver a serlo, cuando las y los trabajadores organizados, volvamos a cambiar la historia.
*La autora es secretaria nacional de organización de la UATRE.
Fuente Tiempo Argentino