Que las Naciones Unidas hayan proclamado a este 2025 como Año Internacional de las Cooperativas nos llena de orgullo y responsabilidad, porque nos llama a redoblar esfuerzos para incidir en los poderes públicos en buscar de conseguir mejores marcos políticos y normativos para el desarrollo de la economía cooperativa en cada país.
En relación con la proclama de la ONU, decimos que nuestro movimiento comenzó a transitar la Agenda de Desarrollo Sostenible hace 200 años, cuando las primeras cooperativas de la era moderna fueron conformadas por trabajadores, productores y consumidores para asegurar su futuro en un mundo que cambiaba vertiginosamente.
Hoy, en una era también de transformaciones bruscas y aceleradas, con desigualdades que persisten y novedades inquietantes en distintos planos -sociales, geopolíticos, ambientales- podemos decir que somos la mayor red global de empresas hermanadas por principios y valores históricos que se han mantenido en el tiempo y permiten ser justamente el faro que puede iluminar a la humanidad en estos momentos de incertidumbre y tensión.
Más de 1200 millones de cooperativistas forman parte de más de 3 millones de cooperativas en todo el mundo.
Juntas, todas nuestras empresas facturan el equivalente a la quinta economía mundial y dan trabajo a más de 300 millones de personas de forma directa.

El Monitor Cooperativo Mundial demuestra que somos capaces de competir en mercados muy exigentes e incluso de liderar procesos de crecimiento ejemplares.
He podido visitar como presidente de la ACI más de 60 países y conocido muchísimas cooperativas de todo tipo, en geografías y culturas bien diversas. Podría dar una enorme cantidad de ejemplos de lo que digo
“En India, la cooperación es un modo de vida”, nos dijo el primer ministro, Narenda Modi cuando compartimos con él el lanzamiento del Año Internacional, en noviembre. Modi subrayó que “las Cooperativas fueron clave en el proceso de reformas post independencia”.
En ese país, la Indian Farmers Fertilizer Cooperative (Iffco) tiene 55 millones de miembros, lidera el mercado de los fertilizantes a nivel mundial y ha sido clave en el proceso de fertilización del suelo y mejora de los índices de producción.
Amul, cooperativa láctea que procesa la producción de más de 3 millones de ganaderos, ha sido clave en asegurar niveles proteicos adecuados para toda la población luego de la independencia de la India.
SEWA, Self Employment Women Association, con 4 millones de mujeres asociadas, es clave para la lucha contra la desigualdad de género que aún persiste en ese país.
Modi ha creado un Ministerio de la Cooperación hace unos años y ha puesto a su principal ministro y mano derecha en esa cartera, dando una señal concreta de la importancia que ese país adjudica al cooperativismo.
Este y otros tantísimos ejemplos me alientan a asegurar sin temor a equivocarme, que podemos ser competentes sin ser competitivos, y que con la cooperación como insumo central de la economía podemos generar enormes beneficios para las comunidades donde estamos insertas.
El egoísmo, el individualismo y la acumulación desmedida no son soluciones a los problemas que nos aquejan, más bien los agravarán.
Por eso decimos que los valores y los principios cooperativos no son solo nuestros. Son una doctrina a disposición de todos los actores, públicos y privados, que quieran construir, de manera efectiva y sostenible, un mundo mejor.
Constituir una empresa cooperativa es, al fin y al cabo, la expresión más cabal de una comunidad organizada para resolver sus necesidades y controlar sus medios de vida, mostrando una alternativa superior a la economía subordinada a la libertad del mercado o al control del Estado.
*El autor es presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar) y de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI)
Fuente Tiempo Argentino