De nuevo una inundación, de nuevo récord de lluvias. Antes fue Bahía Blanca, Santa Fe, Salta. Ahora es el norte de la Provincia de Buenos Aires, desde el conurbano hasta Salto. Son postales de dramas familiares y comerciales que también se vuelven advertencias, hasta ahora desoídas: el cambio climático dejó hace rato de ser ficción. Es una realidad con efectos concretos, que demanda respuestas estructurales. Obras de adaptación, campañas, la cooperación con el sector científico, alertas tempranas. Con un gobierno nacional que descree de este fenómeno y que impulsa un Estado ausente y el fin de la obra pública, la situación se vuelve crítica.
Hasta el sábado se registraban más de 5000 personas evacuadas y otras tantas autoevacuadas en al menos once municipios, que van de Escobar a Exaltación de la Cruz y Salto. Solo en éste último hablaban de 4000 evacuados en una situación social de emergencia, mientras la lluvia persistía durante gran parte de la jornada, superando en un par de días lo que llueve en la mitad de un año.
En conferencia de prensa al mediodía, en Puente 12, el gobernador Axel Kicillof contó que asisten a 30 comunas y adelantó que luego de las lluvias “vendrá un frente frío con vientos fuertes, por lo cual llamamos a no circular por las zonas afectadas ni salir a la ruta”. A esto hay que sumarle el caudal que arrastran ríos y arroyos.
“En Salto tenemos una crecida que puede llegar a ser la más grande de la que haya registro. Cayó mucha agua, pero la situación está bajo control”, relató el director provincial de Defensa Civil, Fabián García.
Pidió tomar conciencia a la ciudadanía (“Alerta roja indica que hay que seguir instrucciones oficiales, y si es ‘no circular’ se complica si un ómnibus con jóvenes haciendo turismo pasa por la zona roja en ese momento”); señaló que “se hicieron más de 20 rescates de personas que quedaron atrapadas en algún vehículo o agarrados de algún árbol para no ser arrastrados por el agua” y apuntó que “hay barrios muy anegados (como Santa Lucía, San Cayetano y San Luciano), la mayoría ubicados en sectores depreciados”.
Varados, aislados, inundados
El sábado por la tarde, el intendente de Zárate Marcelo Matzkin definió a la situación como una “catástrofe” y que en algunos barrios llegó a haber “hasta dos metros de agua”.
Una postal de estas inundaciones, en una región que bordea al río, fueron las lanchas y botes. Al punto que municipios como Campana llamaron a que los vecinos con embarcaciones se acercaran para sumarse al operativo de rescaste. Familias enteras pasaron días y noches sobre los techos. En Zárate y Campana, sindicatos (por ejemplo la UOM), sociedades de fomento, iglesias y clubes (el caso del CADU, Ciudad de Campana y Villa Dálmine) se abocaron a recibir donaciones y participar de ayudas. Las escuelas abrieron para ser centros de emergencia.
Por las redes se multiplicaron las vecinas y vecinos que ofrecían sus casas para que puedan dormir, comer o bañarse aquellos que perdieron todo. Juan López fue uno de los que ofreció por Facebook su casa en Pasteur 1214 para cualquier persona que “no tenga dónde ir con sus hijos” o que “precise dormir calentito”.
“En mis 20 años de intendente no he visto una creciente como esta. Nunca ha llovido tanto en tan poco tiempo. Es un desastre», sentenció el intendente de Salto, Ricardo D’Alessandro. La ciudad quedó aislada ante la inundación de todas las rutas que la rodean. Así lo describió el secretario General del Municipio, Camilo Alessandro: “no ha parado de crecer el río. Salto está anillado, están todas las rutas cortadas. Por lo tanto, cualquier tipo de ayuda de alguna ciudad vecina, está imposibilitada. Los Bomberos que han trabajado toda la noche tienen solamente dos lanchas para rescatar. Aquellos que ven que el agua les llega a sus casas, por favor, que salgan».
Rubén, de 76 años, fue uno de los rescatados por las lanchas en Campana. Contaba: “en mi casa tenía todos los artefactos de panadería, perdí todo, también las cosas de mis hijos, mi señora fallecida. Me dijeron: ‘antes que nada está tu vida, después lo material’”.
En la Ruta Nacional 9 el agua cubrió hasta la mitad de los árboles, lo que generó que quedaran varados numerosos vehículos, entre ellos dos colectivos de larga distancia con más de 40 personas dentro. Uno de ellos llevaba un contingente de niños. El reclamo fue unánime: habiendo pasado un día entero nadie de Vialidad Nacional se había acercado. En las ciudades quienes se pusieron al hombro los rescates fueron los propios grupos de vecinos y los bomberos voluntarios. A Campana llegaron “más de 200”, según calculó Hernán, del cuerpo de voluntarios de José C. Paz.
Por la noche del sábado el alerta roja abarcaba aún a 16 municipios. “Aunque deje de llover, el problema es el agua que baja del arroyo”, definió Marcelo, autoevacuado de Escobar, que fue en familia a la casa de su pareja. En el camino observaban camionetas tipo RAM enclavadas en medio del camino: “parecía El Eternauta”.
Hay otro factor que se suma a la crisis: la falta de energía. Hasta el sábado a la tarde, había 36.200 usuarios sin luz entre Edesur y Edenor. En Zárate, la cooperativa debió cortar el servicio de los barrios adyacentes a RN 193 porque la Planta Cementera Holcim quedó “totalmente anegada”, lo que afectó a la Empresa Transformadora CORCEMAR, ubicada en ese predio.
El cambio climático: ya no se puede mirar para otro lado
“Estamos afrontando el tercer día de tormenta, un fenómeno meteorológico muy inestable, por el que ya cayeron más de 400 milímetros de agua”, aseguró el sábado al mediodía el ministro de Seguridad bonaerense Javier Alonso. “Lo mismo que llovió en Bahía Blanca, pero en tres días”, acotaron desde la Gobernación.
Ya lo había sufrido el noroeste argentino semanas atrás, y seguramente lo sufra otro distrito más temprano que tarde. El problema es no relacionar todos estos eventos climáticos extremos y tomarlos como episodios aislados. El mayor ejemplo es el Gobierno nacional que en cada inundación dispuso el envío de los mismos funcionarios (y cuando la situación ya había explotado): Patricia Bullrich, de Seguridad, y Luis Petri de Defensa. Solo actuar en la contingencia.
¿Pero qué pasa antes y después de las lluvias? Un vecino de Campana lo definió ayer ante las cámaras: “esto se agrava por lo que viene de allá (señalando con su brazo al otro lado de la ruta). Ahí antes había humedales, ahora rellenaron todo y construyeron, y nadie dice nada. Se nos viene todo el agua de ahí”. Los códigos urbanísticos y el tipo de vivienda que se construye deberían contemplar estos eventos climáticos adversos, pero ocurre lo contrario, escasea el control y la planificación urbana en épocas en las que la bandera es la “desregulación”.
Mientras, no hay obra pública, ni campañas ni regulación ni apoyo a la ciencia, que es clave para afrontar estos sucesos, incluyendo a un Servicio Meteorológico que fue desmantelado en esta gestión nacional. Fabián García, director de Defensa Civil bonaerense destacó ayer que “desde que llegó Kicillof se creó una dirección de alertas propia que tiene 6 meteorólogos y contamos con un servicio de guardia más grande que a nivel nacional. Son situaciones complejas porque este tipo de tormentas es como si estuviera situada en varias partes de la Provincia y va descargando”.
La crisis va más allá: desde el presidente Javier Milei hasta el titular del Conicet, Daniel Salamone, rechazan al cambio climático y han llegado a reclamar una ciencia “basa en evidencias y no en ideologías”.
En noviembre de 2023 ya lo anticipaba a Tiempo la hoy ex titular de la Secretaría de Cambio Climático, Cecilia Nicolini: “históricamente la agenda climática era una agenda eminentemente de mitigación. Ahora bien, nuestra agenda también tiene que ser de adaptación, porque la crisis climática ya la estamos viviendo y donde más afecta es en nuestros países. Si vos negás los efectos climáticos vas a seguir perdiendo mucho más. O sea que además es antieconómico».
Y acotaba: «La clave no es solo analizar los costos de lo que vamos a invertir para la transición ecológica a la Argentina, sino lo que nos va a costar no invertir en eso. Y ahí vemos que los costos se van hasta quintuplicar. Hace muchos años que la ciencia nos alerta que la crisis climática existe y que los impactos van a ser cada vez más pronunciados. Y eso se viene acelerando. Las economías regionales, por su población e infraestructura, están mucho más expuestas a esta variabilidad climática. Entonces ahí uno tiene dos caminos: invertir en política climática, adaptándonos. O negar la realidad hasta que estalle”.
El operativo de crisis de la Provincia
Javier Alonso, ministro de Seguridad bonaerense: “estamos afrontando el tercer día de tormenta, un fenómeno meteorológico muy inestable, por el que ya cayeron más de 400 milímetros de agua. Al momento no tenemos reportes de personas fallecidas: quiero destacar el rápido despliegue de Defensa Civil, de los bomberos, y la coordinación con todos los municipios para atender las situaciones en las que podía haber riesgo de vida”.
Andrés Larroque, titular de Desarrollo de la Comunidad: “ya está llegando la asistencia a 30 distritos afectados. Estamos hablando de 66 mil kilos de alimentos, 3.500 colchones, 3.500 frazadas, 5.000 bidones de agua y kits de limpieza, para lo cual coordinamos la entrega con cada uno de los intendentes”.
Nicolás Kreplak, de Salud: “el sistema de salud está completamente operativo, con todos los hospitales funcionando con normalidad. Hay un trabajo coordinado con todos los municipios: lo importante ahora es que la población se mantenga en lugares seguros y no se exponga a situaciones de riesgo”.
Fuente Tiempo Argentino