Cantando al sol como la cigarra. Suenan fuertes las gargantas poderosas de la militancia en Parque Lezama: “Tantas veces me mataron / tantas veces me morí. / Sin embargo sigo aquí, / resucitando”. Peleando por “Cristina Libre”, por la patria soberana… Y siguen cantando.
La postal del Día de la Independencia muestra otra jornada de lucha peronista en las calles. Los muchachos y muchachas agitan sus banderitas blancas y celestes en la plaza encajada en la triple frontera que hermana San Telmo, Barracas y la república independiente de La Boca. El mensaje del pueblo justicialista es clarito. Está tatuado en los trapos que cuelgan de los centenarios árboles: “No a la proscripción, sí a la democracia”.


Hay folklore, murga y batalla de los bombos en el auditorio erecto frente al templo de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la ciudad de la furia macrista. Doña Patricia González baila al compás del tamborín a pasitos del escenario. Cuenta que se arrimó desde el suburbio del suburbio de Quilmes para bancar a la Jefa: “La democracia está en juego, pibe. Por eso estamos en la calle, por Cristina libre, por una patria libre, pero libre de verdad. Porque la patria no se vende, la independencia se defiende”. La jubilada dice que los días más infelices fueron y serán mileístas: “Tuve la suerte de vivir a pleno los gobiernos kirchneristas, y estos tiempos son una pesadilla. Ojalá mis hijas pueden vivir de nuevo en un país soberano, con derechos, con Cristina libre”.
Tato sabe que el Lezama es el escenario que eligió Ernesto Sabato para su novela Sobre héroes y tumbas: “Es un buen título para pintar el presente, con los patriotas en cana por causas inventadas y el país que parece un cementerio”. Hombre de leyes, 78 jóvenes años de lucha en el campo popular, puño arriba con su bandera argentina alta en el cielo: “Me la veía venir la condena a Cristina, soy abogado, no me sorprende con este Poder Judicial que tenemos. Ya tenían firmada la sentencia hace años, no me sorprende nada”. A los pibes y pibas que dan sus primeros pasos en el barro de la militancia, Tato los agita: “Que se sigan arrimando, que no caigan en las falsas promesas de la derecha. Y nosotros tenemos que escucharlos, conocer sus sueños, sus necesidades. Así vamos a volver”.


“Gracias por Zamba”, reza el cartel en prolija caligrafía. Damián Pacheco lo hizo con su hijo, fundamentalista del sabio morocho. El pibito anda corriendo por el parque ataviado de granadero con la energía del sargento Cabral. Se vinieron desde Chascomún: “Es una cagada que desfinanciaron Pakapaka. Pero no me sorprende de este gobierno vaciador”. Damián se gana el mango en una tapicería. Desmiente los números de Narnia que difunde mes a mes el gobierno libertario: “En serio, no la veo. No suben los sueldos, no suben las ventas, lo único que sube es la inflación”. Siente que la única independencia que defiende Milei es la de los empresarios, de los monopolios, de los que se llevan los recursos naturales: “Patea en todas para el otro lado. El pueblo, los trabajadores, estamos sometidos”.
Desde las tablas, Peteco Carabajal y Teresa Parodi piden justicia. En la tribuna, la hinchada nacional y popular responde a coro que quiere a la compañera libre. En un ratito se viene el mensaje de CFK desde San José 1111, nuevo punto cardinal del mapa justicialista. Claudio pone el cuerpo en “Peón libre”, una orga de ajedrecistas peronistas. Esta tarde disputan la partida en las calles contra la derecha: “Tenemos nuestra sede en Constitución, cerquita de la casa de Cristina. Parece que estamos jaque mate. Pero el pueblo no se olvida que tenemos a la dama, ella está de nuestro lado, y hay que luchar para salir del jaque, y darle nosotros jaque al poder real. Ya lo hemos hecho otras veces en nuestra historia”.



Antonela es docente en la Facultad de Artes. La piba milita desde la cuna en La Cámpora. Piletea un taller de militancia gráfica: «Primero fue Cristina, ahora son las compañeras Eva y Alesia, este gobierno antipueblo, antifeminista, nos lleva puestas. Pero le vamos a seguir dando batalla». En el puestito, la compañera reparte «tobilleras del amor»: «Están hechas con flores, porque para nosotras es un signo de dignidad, no de humillación, como nos quieren hacer sentir. Caminamos porque otras caminaron antes. Y porque lo viejo funciona, hacemos carteles, pintadas, peleamos, acá nadie se rinde».
Pegadito al puesto de Antonela, otro cumpas invitan a dejar mensajes de puño y letra para Cristina . Un patchwork de la resistencia forjado con papelitos de colores. Se lee: «Cristina sos la patria», «Compañera coraje», «Gracias por la política». Chiquito, pero no menos importante, en delicada letra imprenta, «Cantando al sol como la cigarra». Seis palabras que rescatan a la hora del naufragio y de la oscuridad. Para ir cantando.
Fuente Tiempo Argentino