Son diversas las versiones sobre el rol de Evita en la jornada del 17 de octubre de 1945. Ella había comenzado su relación con Juan Perón unos 18 meses antes.
Una de las versiones sostiene que Eva, junto con su amiga Isabel Ernst, Filomeno Velazco y Domingo Mercante recorrieron diversos sindicatos en el auto de la cantante española Conchita Piquer, convocando a la movilización. Otras lo desmienten rotundamente. La película Juan y Eva, dirigida por Paula de Luque, es un retrato bellísimo de esa intimidad que se forjaba en una pareja que fue profunda y amorosamente política.
Conocemos también la carta que Perón le escribió a Evita desde su prisión en la Isla Martín García. Le proponía retirarse para iniciar una vida tranquila y familiar. Varias voces también señalan que toda la correspondencia de Perón era sistemáticamente revisada por lo que podemos inferir que allí no estaban manifiestas todas sus intenciones de futuro.
A las nueve de la noche del 17 de octubre Perón y Evita pudieron hablar brevemente por teléfono. Perón había sido detenido seis días antes. Dos horas después apareció en los balcones de la Casa Rosada, con una Plaza de Mayo desbordada, mientras ella siguió los acontecimmientos por radio. Allí empezaría otra historia para ese amor, para esa Plaza de Mayo, para esas mayorías del pueblo, y para Esa Mujer. Sin cargo oficial crecería políticamente tanto que hoy sigue siendo guía de caminos de transformación.

Por esas mismas jornadas había otra mujer, también de origen humilde, que trabajaba en el frigorífico Swift de Berisso. Su nombre era María Bernabitti de Roldán. Era delegada, representante fiel y genuina de sus compañeras y compañeros de trabajo. Justo allí, en el lugar que conocemos hoy como el kilómetro cero del peronismo. Ella fue de las garantes para que pudieran salir miles de los frigoríficos para marchar primero a la Plaza San Marín de La Plata y luego a la Plaza de las “patas en la fuente”.
Evita era una líder de masas. Ella se planteó que con su llegada venían todas. Sabía que existían las Marías obreras, las que no tenían voz, ni voto, y gran parte de los derechos recortados. Sabía que representaba no sólo a la clase trabajadora, que salió del subsuelo de la Patria a defender a ese Coronel Perón. Sabía que representaba a la inmensa mayoría de las mujeres de la Patria, que llegaban junto con ella para construir las banderas fundacionales de un movimiento político que ampliaría el concepto de democracia, sintetizado en las tres banderas de soberanía política, independencia económica y justicia social. Que siguen teniendo vigencia y actualidad.
Las extremas derechas y el pensamiento conservador y retrógrado que recorre el mundo en este tiempo lo tienen muy claro. Confrontan con una frase fundacional de Evita. Ella nos dijo con voz en alto: donde hay una necesidad nace un derecho. Porque deploraba la caridad y creía que el único camino para un país que merezca ser vivido era donde reine la justicia social.
Al mismo tiempo, tenía una mirada integral del país. Postuló que de “nada valdría un movimiento femenino organizado en un mundo sin justicia social. Sería como un gran movimiento obrero en un mundo sin trabajo”. Son palabras que siguen teniendo vigencia. Los feminismos populares seguimos sosteniendo que no hay igualdad de género sin igualdad social, ni justicia social sin igualdad de género, entre otras cosas porque las mujeres son quienes más padecen las injusticias sociales y porque nuestro proyecto incluye al conjunto.
Abanderada de las y los humildes, madre de la justicia social, líder de todas, amada al infinito por su pueblo pasado y presente. Odiada por el conservadurismo, escrito en las paredes en la celebración del cáncer que le costó tan temprano la vida física, tanto odio que hasta su cuerpo fue secuestrado por años luego de su muerte. Nada es casual. Desde el peronismo renació otra pareja que supo conjugar el amor y la política: Néstor y Cristina. En esos espejos caprichosos de la historia, Néstor, como Evita, falleció muy temprano y Cristina recibe un odio similar al que padeció Eva. Sobran los ejemplos, pero la brutalidad se animó hasta el intento de magnicidio, la prisión y la proscripción. Otra vez el peronismo tendrá la tarea de derrotar las fuerzas del odio y la desigualdad. Y convocarnos a la reconstrucción de la Patria.
Fuente Tiempo Argentino