En Netflix, “Tigre blanco”: venganza con aroma indio

se trata de una comedia negra, y Tigre blanco no permite esbozar una sonrisa en ningún momento de sus 125 minutos.

Pese a su nombre iraní -sus padres emigraron a los Estados Unidos, donde él nació- y antes de que salten y digan ¡ah! es cine iraní, sepan que Bahrani filma con un estilo más occidental que Marvel.

Producido por Netflix tras Fahrenheit 451, que se la produjo HBO, Bahrani traslada la novela homónima que transcurre en la India, y rodó precisamente allí. Es una historia de ascenso de clase, pero también una de superación, ya que el protagonista pertenece a la casta más baja de la “democracia perfecta” que sería la India, y desea ser un emprendedor aliándose con el gobierno de China.

Pero mejor vayamos por partes.

La película está narrada de manera dispar en cuanto a la estructura. Porque primero vemos a Balram (Adarsh Gourav) sentado en el asiento trasero de un automóvil, mientras quien conduce (Pinky, interpretada por la ascendente Priyanka Chopra Jonas, Miss Mundo hace 20 años y esposa de Nick Jonas) está por provocar un accidente.

Balram está disfrazado, y ya sabremos el porqué. Lo que por ahora interesa es que Balram es la voz narradora unos cuantos años después, cuando desea llegar, acceder al primer ministro de China que visitará la India.

Le escribe un mail, y dice tener ideas y todo lo necesario para acceder al éxito, ya que, en poco tiempo, sostiene, el hombre blanco que intentó domar al “amarillo” y al “marrón”, se verá superado por chinos e indios.

Bahrani también estructuró su película como en dos mitades claramente definidas. Balram no llegó a tener estudios porque su familia, de la casta más baja, lo obligó a perder una beca y ponerse a trabajar en la industria del carbón. Y si llega a ser el chofer de Ashok (Rajkummar Rao), siempre vio con recelo tanto a su abuela, a la que debe enviarle el dinero que obtiene trabajando para esa familia corrupta y poderosa -Ashok es uno de los hijos de un ser despreciable- y se muestra sumiso y casi como un esclavo moderno, en el tiempo que sería el presente adivinamos que es tan peligroso y/o escalador como la familia a la que sirve.

Y es allí, cuando convencen a Balram de hacer algo a todas luces indebido, impropio, y que le puede costar prisión, que la película cambia.

Ese giro copernicano vuelve a la película ramplona. Si parecía que pintaba para promover debates en cuanto a la conducta de unos y otros, bueno, el viraje se transforma en un desvío del que el filme no saldrá jamás.

Esa primera mitad –casi, casi cortada a cuchillo porque es justo esa fracción del total- es atrapante, entradora y hasta sutil.

Las actuaciones no escapan al resaltado subrayado de los buenos -pocos- y los malos. Adarsh Gourav queda en el medio, y es Priyanka Chopra Jones -a quien veremos este año en The Matrix 4– la que, como personaje mujer y criada en los Estados Unidos, es la única que pone los puntos a las íes de esta película que se desdibuja cuando parecía que tenía los trazos bien firmes.

“Tigre blanco”

Buena

Drama. EE.UU./India, 2021. Título original: “The White Tiger”. 125’, SAM 16. De: Ramin Bahrani. Con: Adarsh Gourav, Priyanka Chopra Jones, Rajkummar Rao. Disponible en: Netflix.