“Avisame si están enojados con nosotros“. El mensaje, con preocupación, lo escribió Leopoldo Luque, el investigado médico personal de Diego Maradona, y la destinataria era Agustina
Cosachov, la psiquiatra que se encargaba de la salud mental del máximo ídolo argentino.
Fue uno de los mensajes que ambos cruzaron justo en el momento en que los médicos que llegaron a la casa del barrio San Andrés, de Tigre, intentaban reanimar al astro después de que su corazón había dejado de latir.
El ida y vuelta entre Luque y Cosachov comenzó con un mensaje en el que la psiquiatra le cuenta al neurocirujano que habían encontrado a Maradona sin signos vitales. “No respiraba ni tenía pulso”, le cuenta la psiquiatra a Luque, que ya estaba en la autopista rumbo a la casa de Tigre.
“Leo, lo están reanimando pero nada, nada”, insistió Cosachov. Antes del trabajo de los médicos que llegaron con la ambulancia, ella y el psicólogo Carlos Díaz le habían hecho RCP sin éxito.
A ese mensaje le siguió otro: “No lo pueden trasladar porque no sale del paro”. Fue ahí que Luque le preguntó si había alguien enojado con ellos. Cosachov le contestó que no, que “por ahora no dijeron nada“.
La psiquiatra Agustina Cosachov sale de la clínica Olivos donde estuvo internado Diego Maradona. Foto Guillermo Rodríguez Adami
Ese ida y vuelta entre los médicos que atendían a Maradona es una de las pruebas a las que accedió la Justicia por intermedio de dos teléfonos celulares de la especialista en salud mental. Se trata teléfonos marca Iphone (un 6 Plus y un SE) que habían sido secuestrados en la casa de Cosachov el 1 de diciembre pasado, en Palermo, y que ya habían intentado analizar sin éxito en diciembre pasado.
Los mensajes, difundidos por Infobae, muestran a Cosachov nerviosa y a un Luque calmo, casi resignado. “Murió, Leo”, escribió instantes después Cosachov. Del otro lado, apenas un “ok”.
“No quieren reanimar más”, agregó la psiquiatra, y Luque respondió que llegaba en 30 minutos.
Un móvil de la policía científica trasladaba el cuerpo de Maradona desde el barrio San Andrés, en Tigre. Foto: Marcelo Carroll.
La investigación del equipo de fiscales creado por decisión del fiscal general de San Isidro, John Broyad, y constituido por él y Patricio Ferrari, Cosme Iribarren y Laura Capra, se centra en tres ejes principales: si hubo negligencia médica y por lo tanto un eventual “homicidio culposo”, quién tuvo responsabilidades sobre ese posible delito y si la muerte de Maradona se pudo haber evitado.
Maradona, la mayor figura de la historia del fútbol mundial, murió a los 60 años el 25 de noviembre pasado al mediodía, en una casa que su familia había alquilado en el barrio privado San Andrés, de Tigre, a dos semanas de su externación de la Clínica Olivos, donde había sido sometido a una neurocirugía por un hematoma subdural en el cerebro.
La autopsia determinó que murió como consecuencia de un “edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca crónica reagudizada” y descubrieron en su corazón una “miocardiopatía dilatada”.
De acuerdo con los resultados de los estudios toxicológicos realizados, Maradona no tenía alcohol ni drogas ilegales en su organismo aunque sí detectaron psicofármacos.
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