El domingo suele decir el día más esperado por los presos. Desde la madrugada o cuando el sol empieza a salir, las puertas de los penales comienzan a abarrotarse de familiares,
que se forman en fila. A veces, esas filas, alcanzan a ser de 100 metros. Eso afuera. Adentro, los detenidos preparan todo: se ponen la mejor ropa, preparan el equipo de mate, el mantel, los cuchillos, vasos y todo lo que cocinaron para compartir en la visita. El concepto es “demostrarle a sus familiares lo bien que están” para “que se vayan tranquilos, convencidos de que sus seres queridos están bien”.
Ayer fue un domingo atípico en el penal de Devoto. Primero, porque no hubo visitas. Están suspendidas desde antes del decreto de la cuarentena obligatoria. Y segundo, porque a última hora se confirmaron dos nuevos casos de coronavirus, como anticipó Clarín.
Uno es Nicolás Cardozo, el preso del módulo 2 del pabellón 6 que se cayó desde unos 15 metros de altura cuando un par de internos intentaban subirlo al techo mediante una manguera. Está en el Hospital Fernández, de donde se recupera de una fractura expuesta de tobillo y ahora también del COVID-19.
Según un audio de WhatsApp que sería de su mujer, el joven habría adquirido el virus en el hospital al que fue trasladado luego de la caída. “Lo internaron cerca de dos infectados y se contagió”, fue la versión que se escuchó en Devoto.
El preso que se cayó desde unos 15 metros de altura en el penal de Devoto, internado con coronavirus.
Sin embargo, voceros del Ministerio de Salud porteño lo negaron. “Es imposible por una cuestión de tiempos que se haya contagiado en el hospital, adonde lo llevaron el viernes. El virus en el cuerpo se empieza a hacer notar a partir de las 48 horas de contagiado. No es automático, todo tiene sus tiempos”, dijeron a este diario.
El otro caso positivo es el de un interno que fue liberado el jueves. Estaba en el módulo 2 del pabellón 7. Se llama Roberto Fontana y se encuentra en el Hospital Vélez Sarsfield.
Los dos nuevos casos confirmados generaron incertidumbre, temor y tensión en el módulo 3, donde está el pabellón más conflictivo. “Pero un grupo de internos de otros módulos se acercaron y lograron calmar los ánimos. Los pabellones se cerraron y quedó todo tranquilo”, le contó a Clarín un interno.
El informante detalló: “El penal está calmo. La idea es transmitir tranquilidad entre nosotros mismos y que el Ministerio de Salud informe a los respectivos juzgados que es imperioso que los casos de riesgo sean enviados a sus casas. Es la forma de descomprimir el penal y poder respetar el distanciamiento”.
Dos presos del penal de Devoto tienen coronavirus
La estructura de Devoto, a diferencia de las cárceles de Devoto y Marcos Paz, es de pabellones colectivos. Son para 80 presos y las camas (algunas marineras) están una al lado de la otra. En cambio, en Ezeiza y Marcos Paz, los pabellones están compuestos por un patio y celdas individuales.
El mismo domingo, ya cerca de las doce de la noche, se difundió otro rumor: el Servicio Penitenciario Federal (SPF) habría desalojado los pabellones de “ingreso” (es a donde van a parar los presos no bien llegan a la cárcel, mientras esperan el traslado al pabellón en el que permanecerán durante un buen tempo) del Complejo 1 de Ezeiza.
Como prácticamente no hay detenciones desde la cuarentena ni ingresos de nuevos detenidos, la idea es enviar allí a un grupo de presos de Devoto, para descomprimir y cumplir con la distancia recomendada entre personas.
Hoy lunes, hay más novedades: “Hoy se constituye en Devoto el Ministerio de Salud”, le afirma a Clarín uno de los referentes del penal, que participa de las reuniones. “Para testear la temperatura y la sintomatología de los detenidos”, añade.
Fuentes del SPF remarcaron que “no se trata de testeos masivos“.
Motín en el penal de Devoto. Foto Juano Tesone.
La fuente también se refiere al otro punto planteado por los detenidos. Tendrá su próximo capítulo en la reunión del jueves: “En la mesa esperamos que el Poder Ejecutivo tome la responsabilidad de compensar a los que han padecido una pena ilícita bajo este estado de situación. La sobrepoblación es un problema viejo, y es importante que el Estado lo reconozca y lo compense”.
El domingo a la noche, la Policía cortó todos los alrededores del penal. Esperaban un conflicto nuevo. Aunque todo transcurrió en calma.
Motín en el penal de Devoto. Foto Lucía Merle.
En Devoto, según publicó Clarín el 13 de abril, un penitenciario había denunciado cuatro casos confirmados de coronavirus de trabajadores de la salud que prestaban tareas allí, entre otros centros de salud de la Ciudad.
La semana pasada, el SPF confirmó que un agente que trabajaba en el penal dio positivo de COVID-19 y que la situación requirió, además, del aislamiento de otos seis penitenciarios que compartieron turno con el hombre infectado.
El primer caso de un preso infectado en el país fue en la Unidad 23 de Florencio Varela. Se trata de Julián Arakaki (49), un tintorero de ascendencia japonesa condenado a perpetua por matar a su hija de 8 años. Luego de conocerse, se produjo un motín, el miércoles último, que terminó con el detenido Federico Rey (23) asesinado por un oficial del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) con disparos de escopeta calibre 12/70.
EMJ
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