“No debo hablar con ellos. Está todo bien, salvo con Lacalle porque derrapó“. Así se lo escuchó decir, furioso, a Alberto Fernández en la intimidad del viernes. Hablaba sobre
su choque con Luis Lacalle Pou durante la cumbre presidencial del Mercosur, del viernes último, que fue virtual, empezó atrasada y terminó antes de lo previsto. Sin declaración final como manda la tradición, y con la sensación de que el bloque regional está a la orilla del abismo.
El viernes pasado, Alberto F. encontró a sus tres socios del Mercosur asociados en un frente político y económico que le está reclamando a la Argentina marchar hacia un acuerdo regional que les permita flexibilizar el bloque para firmar acuerdos con terceros países por fuera de las ataduras que exige el acuerdo (de negociar todos juntos o nada).
Fue en ese tren que Luis Lacalle Pou recriminó que el Mercosur “no puede ser ni debe ser un lastre”. Y dijo que “no” estaban dispuestos en Uruguay “a que sea un corset en el cual nuestro país no se puede mover”.
Cuando estaba por terminar el acto de una cumbre de lo más deprimida en sus 30 años de historia -que coincidentemente se cumplían el viernes-, Fernández tomó la palabra y dirigiéndose al uruguayo sugirió enojado a los países que se quieran ir del bloque -que él preside por estos meses- a que lo hagan.
“Lo que hago hincapié es que terminemos con esas ideas que ayudan tan poco a la unidad en un momento donde la unidad tanto nos importa. No queremos ser lastre de nadie. Si somos un lastre, que tomen otro barco. ¿Ok?,” lanzó en un tono inesperado y en sintonía con la jefa de su coalición de Gobierno, su vicepresidenta Cristina Kirchner.
Este sábado a un lado y otro del Río de la Plata la pregunta era la de si el Mercosur está al borde de la ruptura. Nadie arriesgó respuesta y señalaron que el 22 de abril habrá una reunión de cancilleres para ver “cómo sigue la cosa”.
En el Gobierno argentino afirmaban que no había habido comunicación alguna entre los presidentes entre viernes y sábado, y que para retomar el vínculo debía “bajar la espuma”. Desconocían si Alberto F. había hablado con su amigo Francisco Bustillo, hoy canciller de Lacalle. Suelen whasapearse a menudo.
El único funcionario que habló con nombre y apellido fue Guillermo Justo Chaves, jefe de Gabinete de la Cancillería -y hombre de Alberto F- . Chaves calificó de “inoportunas” las declaraciones de Lacalle Pou durante la cumbre, y dijo que “la esencia” de la identidad del Mercosur era la negociación conjunta. Si se negocia de forma individual el bloque pierde su razón de ser”.
Pero en el gobierno uruguayo reafirmaron por el contrario que seguirán con la ruta de sus planes: “sacarle el corset” al Mercosur, dicen como Lacalle Pou, lo que en realidad también reclamaron en sus gobiernos los frenteamplistas Tabaré Vázquez y José Mujica.
En paralelo a estos meses de agudización de la pandemia, Lacalle Pou mantuvo encuentros personales con cada uno de los presidentes. En todo los casos, los tres repitieron como un mantra que quieren la flexibilización del bloque. Argentina lo rechaza. En su discurso del viernes recriminó a Fernández sin nombrarlo que pasara la cumbre de presencial a virtual. Y de manera críptica también habló de supuestos palabras que se comprometen de a dos y que después no se cumplen en cumbres.
Un debilitado Bolsonaro, que a traviesa un momento de profunda debilidad, con pedidos de juicio político por el manejo de la crisis sanitaria – que ha hecho de Brasil uno de los sitios del planeta con más muertos e infectados de COVID- apoya en todo lo dicho a Lacalle Pou. Pidió que más allá del consenso se vaya a la “modernización” del bloque mediante la actualización de las tasas de aranceles externos. Y se pronunció a favor de que los países puedan negociar libremente sus propios tratados comerciales.
En Uruguay afirman que se negociaba que en la declaración final del viernes hubiera un punto oficializado que estableciera el compromiso de marchar hacia la flexibilización. Y se afirma que Uruguay y Brasil se habían comprometido a no firmar declaración alguna si no estaba ese punto en el documento, que Argentina rechazaba. No hubo declaración fina.
La última crisis similar fue bajo el gobierno de Cristina Kirchner en su segundo mandato, porque una pésima relación con Dilma Rousseff, atravesaron varios conflictos comerciales duros, y anteriormente la escalada entre Nestor Kirchner con Tabaré Vázquez por las pasteras, que llevó a los uruguayos a desplegar el Ejército en la zona de Fray Bentos, frente a Gualeguaychú, donde hoy Lacalle Pou planea instalar una base de la Armada. Ahora se desconoce el margen para salir de la crisis actual.