La del millón de militantes que peregrinaron hasta Ezeiza para recibir a Juan Domingo Perón es una historia de perseverancia. La de Ataúlfo Pérez Aznar, también. Fotógrafo y docente, tuvo que esperar e insistir largo tiempo para que Sara Facio le permitiera ver su archivo. Allí, entre miles de negativos y contactos, esperaban las mejores imágenes sobre los últimos años del líder justicialista.
Sin embargo, la obra de Facio que Pérez Aznar seleccionó para Perón (2018, Centro de Fotografía Contemporánea) no está enfocada en Perón, sino en el pueblo. En aquellos que fueron a recibirlo en su vuelta a la Argentina; en los que llenaron las paredes de pintadas y en la multitud que lo despidió en el Congreso.
Hasta que abrió la muestra en el Malba, Facio era más conocida por sus retratos de artistas o escritores como Julio Cortázar, María Elena Walsh o Ernesto Sábato. Perón le permitió conocer la masividad.
Profundamente antiperonista, fue difícil convencer a Facio de exponer las imágenes que van desde el regreso de Perón a la Argentina hasta unos días después de su muerte. Pérez Aznar cuenta que a principios de los años ’70, Facio trabajaba para Sipa Press. La agencia le encargó cubrir aquellos turbulentos años de la Argentina. “La mayoría del trabajo para medios europeos lo desarrolló en color. En simultáneo, sacaba en blanco y negro”, explica Aznar.
Facio solamente publicó ocho fotografías de las 180 que conformarían la muestra Perón. Creía que no estaban dadas las condiciones para mostrar ese material y que además no hubiera generado interés en medio de la represión de la Triple A y antes del golpe. “Seguramente a los servicios de inteligencia les hubieran interesado mucho para perseguir a los militantes”, señala Pérez Aznar.
Después de muchas idas y vueltas comenzó a escanear los contactos que Facio había hecho de las fotos. Los contactos son tiras de imágenes reveladas de muy pequeño tamaño. Con la ayuda de una tablet que le permitió ampliarlas, Pérez Aznar pudo darse cuenta del valor de esas imágenes.
“Mientras estuvimos trabajando, a Sara la contactaron de dos universidades de EE UU para comprarle las fotos. Yo le dije que pertenecían a la memoria colectiva de los argentinos”, relata Pérez Aznar. Ahora trabaja junto a otros fotógrafos para crear un archivo histórico que también incluya a municipios y provincias.
La imagen de Isabel saludando en Gaspar Campos detrás de un vidrio que devuelve el reflejo de la multitud es una de las preferidas del curador. También esconde la sombra de Perón, de quién solo se ve su mano derecha.
Para simbolizar la renuncia de Cámpora, eligió unos carteles callejeros donde se lee la palabra “Lealtad” desde una esquina rota. “No hubo imágenes de la reunión que desembocó en la salida de Cámpora”, explica.
Una de las últimas fotos es la de un barrendero que limpia las flores de las escalinatas del Congreso. “Seguro que muchos pensaron que la muerte de Perón implicaba el final del peronismo, por eso me parecen muy interesantes las imágenes que vienen después”, cuenta. Se refiere a las fotografías de los “altares” para homenajear al peronismo que se armaron en casas y unidades básicas de barrios humildes.
Hasta la muestra llegaron varios de los protagonistas retratados por Facio. Desde una familia que viajó en el Rastrojero hasta un joven que fue a vender gorros y banderitas junto a su padre.
“En la Argentina hay una enorme falta de ensayos históricos. Sara tuvo un criterio de cobertura muy integral desde todos los aspectos desde el regreso hasta la muerte de Perón. Sus imágenes permiten construir un relato de la época”, analiza Pérez Aznar. Eso es lo que buscó plasmar en la muestra y en el libro. De todas formas, en la edición incluyó todos los contactos: “Cuando curo una muestra, siempre dejo en claro que es mi visión de los acontecimientos, pero me parece interesante que cualquiera pueda hacer su interpretación”, dice. «
Fuente Tiempo Argentino