Si faltaba otra muestra de subordinación, llegó con la difusión inicial del acuerdo con Estados Unidos. No hubo comunicación simultánea de las dos partes, como se estila en estos casos. No se conoció un único documento reproducido en los dos idiomas: inglés y español. Lo que sí hubo, otro signo de la época, fue una declaración bastante larga de la Casa Blanca (a la que por cortesía llamaron “conjunta”) en la que presentaron los once puntos del “marco para un acuerdo” con el flamante aliado estratégico. Así define Washington a la Argentina de Javier Milei.
El anuncio, acompañado por la imagen de Pablo Quirno con el secretario de Estado Marco Rubio, monopolizó rápidamente portales y pantallas en la tarde del jueves. Hubo un comunicado local, difundido desde la Oficina del Presidente, bastante escueto. La principal fuerza opositora, el peronismo en todas sus vertientes, masticó la noticia con un impacto difícil de disimular.
Las primeras reacciones mostraron una combinación de silencio, algunos pronunciamientos -aislados y esperables- y una primera definición nítidamente crítica procedente de la provincia de Buenos Aires. La arrancó el ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa; y la amplió luego su par de Gobierno, Carlos Bianco. Otras voces se fueron sumando con el paso de las horas, tras la etapa inicial de análisis y examen pormenorizado de los detalles. Dos excancilleres como Jorge Taiana y Rafael Bielsa hicieron sus evaluaciones. Tiempo pudo dialogar largamente con ellos.

Otra mirada con experiencia diplomática fue la del diputado del Parlasur Gabriel Fuks. Integrante del PJ porteño y exembajador en Ecuador, Fuks compartió con Taiana, Bielsa y “Carli” Bianco -también con el economista Roberto Feletti- una analogía histórica que circuló mucho en los últimos días: asoció el anuncio del jueves con el pacto Roca-Runciman celebrado con Gran Bretaña en 1933. Aquel pacto buscaba garantizar la recompra de carne argentina por parte de los británicos, quienes habían interrumpido su provisión de estas latitudes por efecto del estallido de la crisis capitalista de 1929. Taiana, por lo pronto, profundizó sobre la lógica que llevó al gobierno conservador de Agustín P. Justo a concentrar la adquisición de bienes industriales y manufacturados únicamente en los proveedores británicos.
“El gobierno conservador de Justo que hizo el pacto Roca-Runciman estaba equivocado. Años después, en 1940, salió el plan Pinedo, que llamaba a dejar de atarse a Inglaterra y acercarse a Estados Unidos. Pero no fue aceptado. La elite tradicional argentina, como se ve, tiene la tendencia a aferrarse a lo conocido, aunque lo conocido esté declinando”, recordó Taiana en diálogo con este diario. Y añadió: “Milei, ahora, busca reafirmar una situación de dependencia justo con la potencia que comienza a ser declinante”.
Para el flamante diputado electo, el acuerdo de la gestión Milei con la administración Trump es la contrapartida real del salvataje de Scott Bessent a tres semanas de las elecciones. En el análisis de Taiana, esta conquista comercial y diplomática de EE UU es lo que demandó Washington a cambio del auxilio financiero. Era el verdadero objetivo y no tanto la búsqueda de una leve ganancia financiera de corto plazo. Esto último, de todos modos, fue lo que declaró el propio Bessent en una reciente entrevista a la cadena NBC. (“Ya tenemos una ganancia de esa línea de swap. Hemos obtenido beneficios con ella”, dijo).
Para ilustrar con una metáfora lo que representa este acuerdo, Taiana ensayó una comparación bastante gráfica. Aludía a la negociación absolutamente desigual entre Argentina y EEUU. “Es como si a una persona le ponés un respirador artificial y después le decís: ‘¿me vas a dar tal cosa? Si no me lo das, te saco el respirador’.” En cuanto a los detalles mencionados en el acuerdo, el excanciller y exministro de Defensa alertó sobre lo más perjudicial. No sólo que el país se compromete a importar preferencialmente productos estadounidenses de diversos rubros (“el agro, lo químico, electrónico, maquinaria, automotores”) sino que además -y esto lo consideró “muy grave”- que renuncia a ejercer un control de la calidad propio a través de órganos rectores en esa materia, como el ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) y la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, a la que está adherida la Argentina a través del INTI). “Basta que un producto tenga la habilitación de EE UU (de la FDA, Food and Drugs Administration) para que entre acá y eso vale para los farmacéuticos, vale para los autos, vale para la maquinaria. Vale para todo”, advirtió

También excanciller, Bielsa aportó un agudo análisis de las implicancias del pacto en ciernes con EE UU en un documento de trabajo que envió al colectivo Mundo Sur (foro que agrupa a expertos y analistas en temas internacionales ligados al PJ). Primero definió al anuncio como un “framework” (marco de trabajo que estandariza procedimientos) luego ahondó en lo que está en gestación. Dijo que lo que busca Washington es encuadrar este acuerdo en un “alineamiento de seguridad económica” o lo que en la jerga gubernamental de EE UU definen (en inglés) bajo la sigla ESA (Economic Security Alignment).
“Este concepto, acelerado a partir de 2010, considera que la política comercial, tecnológica y financiera es parte integral de la estrategia de defensa”, destacó Bielsa. Ese marco implica que la negociación en marcha con Argentina está íntimamente ligada a la guerra comercial y por suministro futuro de bienes estratégicos que enfrenta a EE UU con la República Popular China. El gigante asiático, por si es necesario recordarlo, es entre el primero y el segundo socio comercial de Argentina, también el principal destino de sus exportaciones agropecuarias (centralmente toneladas y toneladas de soja).
Bielsa contrastó en ese punto dos hechos aparentemente paradójicos. En la misma semana EE UU anunció acuerdos similares con El Salvador, Ecuador y Guatemala (“países sin base industrial”, como marcó Bianco en una reciente columna publicada por Página12). Para Argentina, con una estructura productiva mucho más diversificada, el riesgo es que se acelere la reprimarización en marcha de su economía. Al mismo tiempo, sostuvo Bielsa, Washington impulsó en los últimos años “acuerdos del tipo ESA” con Malasia, Camboya y Vietnam.
No es casualidad que esos países estén en la zona de influencia de su rival existencial: Beijing. Con sus “alineamientos de seguridad económica” para el Sudeste asiático -siguió Bielsa-, EEUU buscó tener “acceso total a mercados” como también “excluir a China de ciertas cadenas de valor”. Sobre Argetnina su pronóstico inmediato es sombrío: “EEUU va a mantener tarifas sobre acero y no hay precisiones acerca del biodiesel, limones y aluminio. Tampoco se ven las concesiones recíprocas. El framework no es bilateral”, remarcó.
Fuente Tiempo Argentino







