Durante el fin de semana del 4 de julio, mientras por la cara le corrían ríos de transpiración, Joey Chesnut batió su propio récord de comer panchos, deglutiendo 75 de ellos
(con los panes) en 10 minutos en el Famoso Concurso de Comer Panchos de la cadena de comidas rápidas Nathan’s. Fue su 13ª victoria en esa competencia anual. Y Miki Sudo marcó un nuevo récord femenino con 48,5 panchos al triunfar por séptimo año consecutivo en el concurso.
Debido a la crisis del coronavirus, el evento este año se llevó a cabo en forma virtual, y el Dr. James Smoliga no podía despegarse de la pantalla mientras arengaba para que se alcanzaran nuevos récords. En los últimos meses, el Dr. Smoliga, veterinario y científico especialista en ejercicio físico, había trabajado en un análisis matemático del número máximo de panchos que teóricamente puede consumir un ser humano en 10 minutos.
“La respuesta es 83”, dijo el Dr. Smoliga, profesor de la Universidad de High Point, Carolina del Norte.
Ahora publica el análisis completo, que calcula esa cifra sobre la base de 39 años de datos históricos sobre el concurso de Nathan’s y de modelos matemáticos del rendimiento humano que toman en cuenta el potencial para hazañas deportivas extremas.
“Es un gran trabajo”, dijo el Dr. Michael Joyner, médico de la Clínica Mayo que estudia el rendimiento humano, quien agregó que el análisis muestra el característico aumento rápido del rendimiento seguido de mejoras más graduales que se da cuando un evento se profesionaliza. La mejor parte, señaló, es que el Dr. Smoliga lo elaboró sin tomarlo a broma.
Los cálculos del Dr. Smoliga muestran que, cuando se ajusta por masa corporal, los devoradores de panchos más competitivos del mundo pueden superar a un oso pardo o a un coyote en lo que hace a la cantidad de comida por unidad de tiempo. Los osos pueden comer el equivalente a unos ocho panchos por minuto, mientras que Chestnut tiene la capacidad de comer 7,5 por minuto. Pero los osos no continúan a ese ritmo más de cinco minutos, dijo el Dr. Smoliga. La ventaja de Chestnut y Sudo respecto de estos animales, explicó, es la velocidad.
Sin embargo, estos extravagantes concursos humanos de comida quedan opacados por la capacidad de un lobo gris para comer el equivalente a unos 11 panchos por minuto. Los seres humanos no se acercan a comer la misma cantidad que una pitón de Birmania, que puede consumir hasta el 75% de su peso corporal en una sola comida. Eso sería como que Sudo, que pesa 62 kilos, comiera 45 kilos de panchos de una vez, dijo James Hicks, biólogo evolutivo que estudia la fisiología de las serpientes en la Universidad de California, Irvine. (Cuántos panchos puede ingerir una pitón en 10 minutos es algo que no se ha probado científicamente.) En realidad, clasificar a estos animales por la velocidad y la capacidad para comer podría no ser la mejor manera de pronosticar su desempeño en un concurso.
“Es lindo hacer una comparación entre especies, pero no sé si es exactamente lo mismo”, dijo Annelies De Cuyper, nutricionista de animales de la Universidad de Gante en Bélgica. Las cifras de consumo de los animales salvajes están tomadas de los estudios sobre su comportamiento normal, mientras que los récords de comida de los humanos son un ejemplo de patrones de ingesta anormales. “Si se los pusiera todos juntos en una competencia, no sé quién ganaría”, dijo. (El Dr. Smoliga reconoció no haber analizado la estrategia del ritmo.
“Creo que es posible que un devorador de primer nivel como Joey Chestnut pudiera comer a un ritmo parecido al de un lobo durante un lapso más corto”, dijo.) El principal factor que limita la cantidad que puede comer una persona (o un animal) de una sola vez es la capacidad del estómago para estirarse y hacer lugar al volumen de alimento. En 2007, un estudio analizó el aparato digestivo de dos hombres –uno un competidor en concursos de comida, el otro un voluntario común- mientras participaban en una competencia simulada de ingestión de panchos en un laboratorio. El individuo de control se detuvo después de siete panchos y declaró que vomitaría si tragaba otro bocado. El devorador de velocidad engulló 36 panchos.
El estudio reveló que la diferencia más llamativa entre los dos era que el estómago de quien comía en forma competitiva tenía una enorme capacidad de estiramiento y que el alimento que se había comido durante la prueba permanecía en su estómago en lugar de pasar al intestino, dijo el autor principal del estudio, el Dr. David Metz, profesor de medicina del Hospital de la Universidad de Pensilvania.
No está del todo claro si estos rasgos son innatos o pueden mejorar con el entrenamiento, pero la mayoría que los devoradores de elite que han competido en el concurso de Nathan’s mejoraron con el tiempo. “Nadie empeora”, dijo el Dr. Metz.
Esta curva de rendimiento implica que los músculos del estómago de quienes compiten en concursos de comida pueden perder la capacidad de contraerse a su tamaño original, dejándolos “con un estómago que es como una gran bolsa flácida”, dijo. (Ese no es el único riesgo: al menos siete personas han muerto por atragantarse durante un concurso de comida.) Que se le estire el estómago no preocupa a Sudo, de 34 años, quien dijo entrenarse comiendo alimentos de gran volumen como sopas, brócolis enteros y “suficiente kale para matar a un caballo”.
Antes del concurso de este año, compartió una comida de 90 panchos con su novio, Nick Wehry, que también participa en concursos de comida. (Wehry se comió 39,5 panchos, nueve menos que ella, y se ubicó tercero en la competencia de este año.) La pareja también se ejercita en un gimnasio casi a diario. “Siempre me va mejor cuando entro a un concurso más delgada y con mejor estado físico”, dijo Sudo.
En las primeras épocas del concurso de Nathan’s, el ganador habitualmente era un hombre obeso, dijo el Dr. Smoliga. Pero, con la caída de los récords, los ganadores empezaron a ser más delgados. Una explicación, dijo, es que el tejido adiposo adicional que rodea al estómago actúa como una faja que le impide estirarse.
Pese a usar las mismas salchichas y panes desde hace cuarenta años, el concurso de Nathan’s muestra que el rendimiento entre los competidores de elite ha aumentado un 700%. “Ningún otro deporte se acerca a ese porcentaje cuando se miden los récords en un lapso de más de cien años”, dijo el Dr. Smoliga.
Si bien el meteórico aumento de los récords de panchos es notable, el patrón que sigue no lo es, señaló el Dr. Joyner. Cuando un evento se vuelve más conocido, “la gente empieza a entrenar para él porque hay algún tipo de incentivo, como la fama o el dinero”, dijo. Los participantes del concurso se vuelven más numerosos y se marcan nuevos récords.
Si la predicción del Dr. Smoliga de 83 panchos en 10 minutos parece algo exagerada, piensen en esto: en el estudio de 2007 del Dr. Metz, el devorador de velocidad engulló 36 panchos antes de que los investigadores pusieran fin al concurso simulado, preocupados por la posibilidad de que se le perforara el estómago. Trece años después, Chestnut comió más del doble de esa cantidad de panchos, lo que indica que probablemente no conozcamos el verdadero límite humano hasta que no lo alcancemos.
Christie Aschwanden. The New York Times
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