La pandemia de coronavirus agarró a Europa con los deberes a mitad hacer desde la última crisis pero las instituciones federales respondieron con celeridad. Comisión Europea,
target=”_blank”>Parlamento Europeo y, sobre todo, Banco Central Europeo, usaron todas sus competencias y su capacidad de financiación para sostener la economía del bloque. A pesar de una masiva movilización de recursos, la caída de la economía se acercará este año al 10% (su peor dato desde la Segunda Guerra Mundial había sido el -2,9% de 2009) mientras los europeos lloran más de 180.000 víctimas mortales y millones todavía pueden perder su empleo.
Tras la movilización de las instituciones comunitarias llega la hora de los gobiernos. Los 27 dirigentes discuten desde la mañana del viernes dos esquemas: el Marco Financiero Plurianual 2021-2027 (los presupuestos de la UE) y el ‘Next Generation UE’, el fondo especial contra esta crisis. La propuesta sobre la mesa suma 1,074 billones (millones de millones) de euros para el primero y 750.000 millones para el segundo, dos tercios de los cuales serían en transferencias a fondo perdido financiados con una emisión de deuda conjunta en nombre de la UE.
El ex primer ministro belga Charles Michel, el hombre al cargo del Consejo Europeo, debe hacer un milagro porque las posiciones difieren tanto sobre el montante del fondo como sobre su equilibrio entre transferencias y fondos, las condiciones para desembolsar el dinero y hasta la gobernanza de toda la estructura. Si esta cumbre termina sin acuerdo se podría convocar otra a finales de mes.
Las posiciones están divididas en grupos. Los autodenominados ‘frugales’ (Dinamarca, Finlandia, Austria, Países Bajos y Suecia) quieren menos dinero, más condicionalidad, menos transferencias y más préstamos. Alemania y Francia jugaban el papel de mediadores mientras el sur, pero también países como Bélgica, Luxemburgo o Irlanda, se daban por relativamente satisfechos con las propuestas sobre la mesa.
La cumbre de los líderes europeos, este viernes en la sede del Consejo Europeo, en Bruselas. /DPA
Choques y tensión
No ayudan algunas salidas de tono. El primer ministro austríaco, Sebastian Kurz, llegó a decir el viernes que Italia y España son “Estados fallidos”. Tanto Italia como España (desde 2016) son contribuyentes netos a los presupuestos europeos. El ultraderechista Kurz gobernó durante años con un partido, el FPO, fundado por antiguos SS nazis austríacos, recordaba sibilinamente un diplomático italiano.
La condicionalidad también genera bronca. Los países del este del bloque no quieren que se incluya entre las condiciones el respeto a los objetivos climáticos. Polonia y Hungría rechazan tener que seguir las recomendaciones comunitarias en materia de Estado de derecho, mientras el norte exige que quien quiera la plata respete esas condiciones al dedillo. Una forma de intentar frenar la deriva autoritaria en la que están metidas Polonia y Hungría.
Michel puede intentar contentar este sábado a los ‘frugales’ ajustando la propuesta hasta los 1,05 billones para el presupuesto y 700.000 millones para el fondo anticrisis. Fuentes comunitarias contaban que Michel, si la cumbre se bloquea por la parte de los montantes de los fondos, podría recortar otros 50.000 millones (esta vez de la parte de préstamos) para dejar el fondo anticrisis en 650.000 millones o equilibrar el Fondo anticrisis para que el porcentaje de transferencias y préstamos pasara de dos tercios y un tercio a 70% y 30%.
Michel debe sortear más obstáculos. Debe convencer a la mayoría de que Alemania, Austria, Dinamarca, Países Bajos y Suecia se llevarán un cheque compensatorio a su aportación neta al presupuesto comunitario, una fórmula que nació con el Reino Unido y que se ha ido extendiendo a pesar de que en su origen tuvo vocación de ser temporal. Francia impulsaba anoche su eliminación.
Otro problema para Michel está en la gobernanza. Mientras la mayoría parece aceptar ya que los planes nacionales de reformas que debe presentar cada gobierno en Bruselas se aprueben por mayoría cualificada (55% de Estados que representen al 65% de la población de la UE), los Países Bajos seguían exigiendo hasta última hora un derecho de veto que todos los demás rechazaban. El seguimiento y el desembolso de los fondos lo haría la Comisión Europea.
La crisis financiera desatada en 2008 provocó que en Europa hubiera que rescatar las finanzas públicas de varios países (Grecia tres veces, Chipre, Irlanda, Portugal) y al sector financiero español. Las gafas de 2008 están mal graduadas para 2020. Ahora todos necesitan ese dinero en mayor o menor grado, todos están sufriendo la crisis y todos los dirigentes saben que las medidas contra ella deben ser urgentes para ser más eficaces.
Bruselas, especial
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