Alberto Fernández volverá a meterse en la urgencia de la pandemia. Con indicadores en rojo, este jueves al mediodía se reunirá en Olivos con el grupo de infectólogos que lo asesora
y por la tarde, recibirá a Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta.
La hoja de ruta presidencial prevé para el viernes, una posible teleconferencia con gobernadores y el anuncio sobre cómo continuará, a partir del lunes 3 de agosto, la cuarentena.
El martes, durante un acto virtual donde inauguró hospitales en La Matanza, Córdoba, Mar del Plata y, entre otros lugares, Catamarca, Fernández dio una pista: dijo que se avecina el pico de casos y que el problema no está resuelto.
Fue más lejos: pidió que “no se enojen” por las decisiones que los gobiernos, tanto nacional como provinciales, tomaron sobre la cuarentena.
Este miércoles se reunieron Larreta y Kicillof, acompañados por funcionarios, para analizar una postura común sobre el AMBA. Hay matices públicas porque hay, además, panoramas bien diferenciados.
En el gobierno nacional hacen, de manera reservada, un diagnóstico. “La situación no está estable como dice Quirós ni tampoco a punto de explotar como plantea Gollán”. ¿Buscará, entre esos extremos, Fernández un punto de equilibrio?
Hay, sobre ese esquema, algunas variables en análisis aunque sometidas a lo que ocurre en los próximos días, luego de dos semanas de aumento de casos.
A priori, en el gobierno entienden que si no hay un brote acelerado, se mantendría la fase 3 aunque con mayores controles, con un mensaje más intenso sobre los riesgos del COVID-19 y, quizá, con más limitaciones a las actividades sociales y de esparcimiento.
“Estamos en un punto donde hay decisiones que dependen de cada jurisdicción”, explicó a Clarín una fuente del gobierno respecto a las diferencias con las aperturas dispuestas por Horacio Rodríguez Larreta en CABA.
# Hay un criterio respecto a que la actividad comercial no es un vector crítico de contagios. Sino que el principal factor de riesgo son las reuniones y actividades sociales. “No hubo casi brotes en industrias ni empresas” dicen en gobierno y dan por hecho, que los comercios seguirán abiertos aunque con el mensaje de reforzar los controles. De hecho, esta semana se autorizaron nuevas aperturas en el AMBA, algunas en sectores sensibles como las peluquerías.
# La tensión puede instalarse respecto a las actividades sociales como reuniones y salidas recreativas. Ahí aparece un concepto más complicado que en Gobierno analizan de este modo: que los grupos más jóvenes le perdieron el miedo al COVID-19, no cumplen cuarentena ni medidas de aislamiento, lo que multiplica los riesgos para los adultos. “Se rompió la solidaridad intergeneracional”, aporta un funcionario de la mesa chica de Fernández en materia de COVID-19. Lo mismo ocurrió
La otra advertencia, la que daría lugar a una teleconferencia con los gobernadores, es la expansión del coronavirus desde el foco del AMBA hacia el interior. Lo dijo Fernández cuando habló del área metropolitana como un foco que irradia contagios a todo el país.
La situación de Jujuy, el aumento de casos en Rosario y en Córdoba, entre otros lugares, explican el temor de la Casa Rosada que desde Salud advierten hace días: sin control fronterizo, hay migración de infectados que generan nuevos brotes.
Aparecen otros elementos más inquietantes. En Jujuy, que tuvo un estallido de casos exponencial, Gerardo Morales tardó en aceptar que los equipos de Salud nacional se instalen en la provincia con su plan Detectar.
Se dio un fenómeno curioso: la delegación nacional viajó a Jujuy y comenzó con los operativos “en soledad, porque parte del ministerio de Salud de Jujuy está con coronavirus”, según relató una fuente nacional.
El otro elemento que aparece en el menú nacional está referido a la ampliación del sistema de salud, que según un informe que elaboró la cartera que conduce Ginés González García, creció más de 41% en cuando a camas de terapia intensiva entre marzo y julio.}
Ese es el indicador crítico para medir la resistencia del sistema de salud.
En la provincia, un diagnóstico que hizo el viceministro de Salud Nicolás Kreplak, detalló que si no se hubiese ampliado la cantidad de camas UTI, el sistema de salud bonaerense hubiese colapsado el 1 de julio pasado.
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