Por Martín Polo (*)
No alcanza con el desplome del nivel de actividad ni que el tipo de cambio real se encuentre en un nivel relativamente “competitivo”, ni con la
cantidad de restricciones cambiarias que existen hoy en día. El balance marca un mercado cambiario muy tenso, en el que el BCRA debe combinar subas del dólar oficial con venta de divisas mientras mira de reojo el nivel de reservas internacionales y una brecha cambiaria que se estira. De nuevo, Argentina enfrenta el riesgo de un nuevo salto de tipo cambiario que, como es sabido, en el corto plazo es traumático.
Concretamente, pese a la mejora reciente del contexto internacional en el que el dólar se abarató a nivel global y los precios de las materias primas continuaron su recuperación, en julio el BCRA vendió casi 500 millones de dólares dejando atrás el “veranito” cambiario que tuvo en junio en el que con el mayor control a los importadores había logrado compras por 700 millones. Así las cosas, en los últimos cuatro meses el Central tuvo que desprenderse de casi 1.300 millones de dólares, situación que se torna más preocupante considerando que en este período del año es cuando el agro liquida la mayor parte de la cosecha.
La tensión del mercado de cambios se debe a que la oferta de divisas es cada vez menor mientras que la demanda es cada vez mayor. La menor oferta se debe a la caída que marcan las exportaciones, principal fuente de dólares del país, dada por la combinación de menores ventas al exterior -en particular de manufacturas industriales- y cierta demora en la liquidación. En un contexto de default y brecha cambiaria superior al 50%, lograr financiamiento externo es una misión imposible y las empresas demandan divisas para cancelar préstamos en moneda extranjera.
Opuesta es la dinámica del lado de la demanda de divisas en la que los agentes aprovechan todas las ventanas habilitadas. En primer lugar, pese al desplome en el nivel de actividad, los pagos por importaciones no sólo no caen, sino que van en ascenso reflejo de la oportunidad que ven las empresas de acceder al tipo de cambio oficial.
Por otro lado, cada vez más personas utilizan el cupo de 200 dólares para ahorro. De hecho, pese a que las tasas de interés en pesos le ganaron a la inflación, perdieron respecto a la devaluación y con ello la cantidad de individuos que accedieron al mercado cambiario prácticamente se duplicó, incluso superando con creces a la que se registraba en los peores meses del año pasado. Quizás la única buena noticia es que con la cuarentena, la demanda para turismo, que hasta el año pasado se llevaba 700 millones de dólares por mes, se redujo a la mitad.
Detrás de estos resultados encontramos la enorme incertidumbre con la que opera hoy en día la economía argentina. Default, cuarentena extendida, derrumbe de la actividad, déficit fiscal récord financiado con emisión monetaria y una inflación que luce agazapada. Es mucho para no dar a conocer un plan o una hoja de ruta que logre revertir las expectativas y evitar un nuevo shock cambiario.
(*) Economista
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