Con el 56,3%, los niños son los más pobres entre los pobres. Y con el 15,6% son los más indigentes entre los indigentes.
Los menores de 14 años suman
11 millones en todo el país, según las cifras de población del INDEC. De aquí se desprende que a nivel nacional hay 6,2 millones de chicos que viven en hogares pobres, de los cuales 1,7 millones viven en familias que no alcanzan a comprar una canasta básica de alimentos.
Así, de los 18,5 millones de pobres a nivel país, casi un tercio son chicos. Esto significa que 1 de cada 3 pobres es un menor de 14 años. En promedio, según el INDEC en los hogares indigentes y pobres viven 4 personas, o sea, una típica familia tipo.
El Informe oficial también precisa que, en promedio, los hogares indigentes se encuentran 41,6% por debajo de la línea de indigencia. En pesos, una distancia de $ 7.824. En el caso de los hogares pobres, la brecha es del 41,2% con relación a la línea de pobreza. Son $ 18.024 menos.
Si bien no hay datos oficiales desagregados por trimestre, se estima que con la pandemia y la cuarentena, la pobreza infantil del segundo trimestre rondaría entre 60 y 65%, a pesar del cobro por las familias de la Asignación Universal por Hijos (AUH) que abarca a 4,3 millones de chicos y adolescentes, la tarjeta alimentaria y el IFE ( Ingreso Familiar de Emergencia). Sumarían unos 7 millones de menores pobres. En consecuencia, sin esos planes sociales, la indigencia y la pobreza en general y en particular entre las familias y los chicos, serían bien mayores.
La pobreza infantil viene en ascenso ininterrumpido desde el segundo semestre de 2017 cuando arrojó un 39,7%. Ese dato equivalía entonces a 4,3 millones de chicos. De aquí se desprende que en dos años y medio, a pesar de las mayores ayudas sociales, por la recesión, mayor inflación, deterioro de los ingresos y caída del empleo, se generaron 2 millones de chicos pobres más.
Esta dimensión de la pobreza infantil es un factor de reproducción de la pobreza. Porque el chico que nace y se desarrolla con privaciones alimentarias, de vivienda, salud o educación tiene un futuro comprometido. Y también toda la sociedad.
Además, la mayoría de esos chicos vive en hogares sostenidos por desocupados, trabajadores formales precarios e informales, subocupados y cuentapropistas que también se desempeñan en la informalidad, sin la cobertura de la seguridad social y que son mayoría entre los que en los últimos meses perdieron el empleo. Todo lo cual amplía la persistencia y la dimensión de la pobreza.
Del dato oficial que 1,7 millones de chicos viven en hogares indigentes se desprende que sufren de “inseguridad alimentaria” o directamente hambre. Esto explica la proliferación y la mayor afluencia de familias con niños a los comedores y merenderos populares.
Aunque los menores de 14 años sobresalen por tener la mayor proporción de pobres, también aumentó la pobreza entre los restantes grupos de edad. Ningún grupo etario pudo escapar a la pérdida de ingresos o deterioro social.
Entre los que tienen de 15 a 29 años (10,6 millones de personas) la pobreza aumentó al 49,6% o 5,1 millones de pobres. Entre 30 y 64 años (18,4 millones) es del 36,2% o 6,6 millones de pobres. Y entre los más de 65 años (5,4 millones) el 11,4% o 650.000 no les alcanza para cubrir una canasta básica total.
GB
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