En la misma semana en que el oficialismo había planeado recuperar la iniciativa política con un evento virtual para celebrar los 75 años del 17 de octubre, decenas de miles de
ciudadanos, cuyo único punto de convergencia es la disidencia con el kirchnerismo, salieron a las calles de ciudades de todo el país para cuestionar cada uno de los puntos de la agenda que desplegó Alberto Fernández en sus primeros diez meses de gestión.
Los testimonios que recogieron los periodistas en las diferentes marchas del 12O muestran que esta vez se condensaron las protestas que fueron encadenándose en los distintos banderazos convocados a lo largo del año, que fueron ganando masividad.
En las quejas de los manifestantes se escucharon quejas por las liberaciones y domiciliarias de presos ocurridas al comienzo de la pandemia; la defensa de la propiedad privada, con alusiones a la fallida estatización de la cerealera Vicentín y también a las tomas de terrenos en el conurbano bonaerense y en la Patagonia y la denuncia de la reforma judicial como un intento de Cristina Kirchner para detener las investigaciones por la corrupción durante su Gobierno.
Tal vez lo más singular esta vez fue la enunciación de la variedad de malestares que generó la cuarentena que se mantuvo -en diferentes grados- desde el 20 de marzo hasta hoy. En Córdoba se quejaron los dueños de agencias de turismo y las escuelas de danza, en el Obelisco hubo quejas de personas que pedían -con el barbijo puesto-, la recuperación de la libertad de circular o trabajar, en la Quinta de Olivos, un médico denunció el error de mantener medidas de aislamiento tan largas.
En el Gobierno conocen ese malestar -“La pandemia y la cuarentena le sacó algo a todos”, suele decir un ministro- y también saben que la prolongación de la cuarentena pulverizó la posibilidad de que se hagan políticas de prevención sanitaria efectivas.
Ver la foto de las calles vacías cuando había 30 casos diarios y compararla con la imagen de hoy, que muestra niveles de circulación callejera casi normales con 15 mil casos de contagio por día hace dudar incluso al más oficialista de la efectividad en el manejo de la pandemia que desplegó el Gobierno.
Hasta ahora no se conocen casos de funcionarios nacionales, gobernadores o intendentes que hayan admitido errores en el manejo de la pandemia, pero haber cerrado las escuelas en todo el país cuando la enfermedad afectaba a porciones diminutas del territorio y empezar a reabrirlas cuando el virus circula en casi toda la Argentina habla de la falla en la planificación que implicó haber diseñado respuestas indiferenciadas para situaciones muy diversas.
La protesta, como ya se ha dicho, no sólo le habla a la Casa Rosada y a Cristina Kirchner. Después de todo, el Frente de Todos ya sabe que tiene mucha gente parada en la vereda de enfrente. También reacomoda los pesos en la oposición. Los “moderados” como Horacio Rodríguez Larreta hace rato que decidieron que no participarán de las convocatorias a los banderazos mientras se mantenga la cuarentena. Mauricio Macri, en cambio, celebró sin vueltas la protesta, e incluso la vinculó con el futuro de la oposición. Habrá que ver cuál de esas dos posturas se impone en Juntos por el Cambio.
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