Milei, por ahora, persigue otra lógica, aún en el terreno virtual que tanto lo apasiona. Durante los primeros seis meses de su gestión no se mostró prácticamente en otras locaciones que
no fueran su despacho en la Casa Rosada. Siempre, con los pulgares arriba y con campera de cuero, lo más lejos posible lejos del estereotipo de un político. Apenas hizo dos visitas fugaces a provincias -Tierra del Fuego y Corrientes- y no parece tener urgencias para cambiar.