* Por Pacho O´Donnell
La prohibición de circular a los viejos ha puesto en superficie una respuesta fácil y automática sobre discriminación, gerontocidio y otras cosas
por el estilo. No me voy a ocupar de lo absurdo de la medida y de lo aún peor de la comunicación. Todo demasiado obvio.
Prefiero preguntar: ¿es correcta la sinonimia entre vejez y deterioro?
Aclaro que yo prefiero reivindicar lo de “viejo” y “vieja” porque su reemplazo por persona mayor, tercera edad y otras responde a una significación negativa a la que no adhiero. No imagino que Hemingway bautizara a su novela como “La persona de tercera edad y el mar”.
No sirve que haya algunos “famosos” que se aprestaron a proclamar su aparente buen estado. Reconozcámoslo, son los menos, Aún entre los famosos. La gran mayoría de viejas y viejos padecen diversos estadios de deterioro. Y no por culpa exclusiva de la biología, que ciertamente se ocupa de disminuir nuestras capacidades auditivas, visuales, amatorias, sino que la decrepitud etaria es una imposición cultural que viejas y viejos aceptamos y representamos inconscientemente.
En tiempos posmodernos como los que transcurren reina el consumismo, base fundamental del sistema capitalista contemporáneo. Y los viejos no tenemos capacidad de consumir “adecuadamente”, como se espera de todo siervo del amo.
El deterioro es un proceso gradual de asimilación de un imperativo cultural que es la de abandonar el cuerpo a los cuarenta o cincuenta años. Es cierto que muchas y muchos lo hacen antes, algunos desde que nacen, El abandono del cuerpo es dar por sentado que ya no nos corresponde eso de la energía, la sexualidad, la vitalidad, la salud. Eso pertenece al pasado. Ahora arrastramos el cuerpo, lo engordamos, lo debilitamos. Ya no nos corresponde subir una escalera o correr un colectivo. Esas son cosas de la juventud. Nos tocó hacerlo antes. Ya no. Ahora nos corresponde sentarnos frente al televisor y dejar pasar el tiempo. Esperando. ¿A que no sabés qué es lo que esperás? Tenés diez segundos para contestar. La respuesta era fácil.
La obligación de todo ser humano, viejo o no viejo, es pelearle al deterioro, tanto mental como físico. Debemos mantenernos activos intelectual y físicamente. Acá me voy a ocupar de la parte física aunque es obvio que no es posible disociar el cuerpo de la mente.
Hacer gimnasia. Yo prefiero llamarlo “entrenar”, hacer gimnasia intensa y metódicamente. Con el placer del esfuerzo. No vale hacerse trampa saliendo a caminar de vez en cuando. Es un fallido intento de calmar la convicción de que estoy maltratando el cuerpo, la salud, la felicidad. Es imposible no darse cuenta de eso. Sin embargo todo indica que es fácil hacer caso omiso de las señales de alarma: fatiga, mal aspecto, pocas defensas ante las enfermedades. Tampoco vale proponerse disciplinas complejas de cumplir, por ejemplo natación cuando el club está lejos, o ciclismo en zonas inseguras. Actividades que requieren además una dedicación horaria no fácil de disponer.
Yo recomiendo el trabajo con pesos y resistencias, es decir mancuernas, barras, máquinas, etc. Hacer que un instructor recete la mejor rutina para tus necesidades y posibilidades y cumplirlas en un gimnasio. Pero sobre todo en el domicilio. Recomiendo armar un simple equipo de entrenamiento, siempre hay un lugar. Las mancuernas son económicas, o en internet enseñan cómo fabricarlas, es fácil cruzar una barra para flexiones de brazos en algún pasillo.
Es bueno incorporar el entrenamiento a las actividades cotidianas y sumar tiempos. No es necesario hacer una hora continuada. Ya sé que no pocos especialistas estarán en desacuerdo. Pero mi programa es realista para los tiempos que corren, cuarentena y poscuarentena. Un rato al levantarse. Otro al mirar un noticiero televisivo. Aprovechar entrenando las dos horas de un partido televisado. El tiempo de espera para la cena. Lo reconozco, no es muy ortodoxo, pero funciona como antídoto del deterioro.
El efecto del entrenamiento metódico e intenso es inmediato. No tarda mucho en regularizarse el colesterol, en disminuir el azúcar en sangre, en normalizarse la presión arterial. Otra vez: en aumentar la energía, la salud, la sexualidad, la estética. Son los elogios y sorpresa de los otros lo que va a mostrarte los progresos.
No es que si entrenás no te vas a enfermar, lo que es seguro es que si te enfermás vas a tener mejores posibilidades de recuperarte. No lo dudes. ¿Por qué el Covid19 tiene predilección por los viejos? ¿Por ser viejos o por estar deteriorados y vulnerables? Otra respuesta fácil.
Además hay un tema estético. Los músculos, a cualquier edad, están a la espera de ser estimulados y desarrollarse. Hagan la prueba y sorpréndanse. Porque el cuerpo es muy generoso en sus respuestas.
¿Hay incompatibilidad entre el entrenamiento corporal y el desempeño intelectual? Nada de eso. Entrenar aumenta la irrigación cerebral y favorece la actividad mental. ¿Sabés cuál es la mejor vacuna contra el Alzheimer? Sí, así es. Está demostrado científicamente.
Haceme caso, entrená para desafiarlo a Larreta a pulsear o a subir escaleras. Seguro que le ganás.
* Historiador
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