El escenario en la Costa Oeste de Estados Unidos es dantesco. la orden de “evacuar ahora” corrió cómo pólvora en las últimas horas. Hay localidades enteras devastadas por las llamas.
Evacuados que huyen con lo puesto. Personas muertas y desaparecidas sin rastro. Los incendios en California y Oregon no dan tregua a los bomberos, que por estas horas siguen luchando a brazo partido para detener el avance del fuego y evitar más daños y víctimas.
La destrucción es difícil de describir, y las pérdidas aún imposibles de cuantificar en los Estados sobre la Costa Oeste, donde hay zonas a las que los bomberos no han podido acceder aún y las llamas se ven avivadas por altas temperaturas e intensos vientos muy secos. En California, las autoridades anunciaron que hubo siete víctimas más, para un total de 10 de muertos confirmados.
La cantidad de fallecidos podría subir rápidamente, dado que aún hay 16 personas desaparecidas que los rescatistas buscan en la zona y sus alrededores.
Un bombero a un costado de la ruta 211, en Molalla, Oregon. Foto: AFP
“Seguimos esperando y rezando por buenas noticias”, declaró Jessica Fallon, quien está expectante de saber qué pasó con Sandy Butler y su esposo, los abuelos de su marido. La pareja llamó a su hijo para decirle que iban a intentar escapar de las llamas metiéndose en un estanque, pero hasta ahora no se sabe qué fue de ellos.
Las autoridades temen que, a medida que se vayan aplacando los fuegos y los bomberos puedan ir avanzando a través de los territorios más afectados, empiecen a toparse con más fallecidos. Todos debido a que no pudieron escapar a tiempo.
En el noroeste de California, el incendio bautizado August Complex Fire (Complejo de incendios de agosto), se convirtió oficialmente el jueves en el más grande de la historia en este Estado, con una extensión de 190.000 hectáreas.
En el llamado incendio Creek, que ya consumió 70.000 hectáreas y sembró la desolación en una zona boscosa de California, también se vieron afectados unos 360 edificios, según los bomberos de California. Mil bomberos trabajan en la extinción de las llamas.
En todo el Estado, más de 20 focos están activos y el fuego ya consumió este año un total de 12.500 km2, un récord desde que comenzaron a hacerse estadísticas en 1987.
Ruegos y desesperación
En Oregon, la situación es igualmente dramática. “Quiero ser franca al decir que esperamos ver una gran pérdida… Esta podría ser la mayor pérdida de vidas humanas y propiedades debido a los incendios forestales en la historia de nuestro Estado”, agregó en conferencia de prensa la gobernadora del Estado, Kate Brown.
Según un comunicado dado a conocer por las autoridades estatales, “unos 500.000 habitantes fueron evacuados, y la cifra sigue aumentando”. Los bomberos luchan contra incendios que se extienden a lo largo de una superficie de 365.000 hectáreas.
La cantidad de población evacuada equivale a más del 10% de la población de 4,2 millones del estado, informó la Oficina de Manejo de Emergencias de Oregon el jueves por la noche.
A lo largo y a lo ancho de las zonas afectadas, la policía y los bomberos pidieron (y en algunos casos rogaron) que la gente desaloje lo antes posible el lugar. En su mayoría, se trata de inmigrantes de escasos recursos, que prácticamente no tienen opciones respecto a donde ir.
El dramatismo de la situación se ve acentuada por el escenario de familias enteras que han perdido absolutamente todo lo que tienen.
Uno de esos afectados es Artemio Gutiérrez, un padre soltero de cuatro hijos que perdió la casa rodante en la que vivía a manos de las llamas. Gutiérrez volvió al lugar y, mientras sus hijos lo esperaban sentados en la caja de su camioneta, recogió algunos de los pocos objetos que quedaban: una jarra de cerámica con una carita sonriente, unas casitas de juguete y una cruz formada por dos piezas de vidrio fundidas.
Los hijos de Artemio Gutiérrez esperan que su padre termine de recoger las pocas pertenencias que le quedaron tras el incendio. Foto: AP
Gutiérrez estaba trabajando en un viñedo cercano cuando vio la densa humareda que avanzaba sobre el valle del río Rogue. Tuvo apenas tiempo para recoger a sus hijos del parque de casas rodantes donde vivían con decenas de familias mexicanas, y escaparon con la ropa que llevaban puesta.
“Voy a empezar de nuevo. No es fácil, pero tampoco es imposible. Debes ser fuerte en situaciones como ésta”, dijo Gutiérrez, que apenas había regresado del funeral de su madre en México.
En Molalla, una ciudad al sur de Portland, también en Oregon, la policía iba casa por casa para convencer a los vecinos de evacuar la zona.
“Es muy duro. Una cosa es dejar tu casa y otra es verse obligada a irse. Mis hijos crecieron aquí. Es mi casa, pero lo más importante es que todos estemos seguros”, declaró Denise Pentz mientras cargaba sus pertenencias en un remolque.
Fuente: AP y AFP
ap
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