Desde el pomelo y la nuez de pecán hasta la vid y el arándano. La fruticultura de la provincia de Buenos Aires crece y se diversifica. Sin embargo, falta información clave para generar políticas públicas que potencien al sector. Por eso, un estudio de la FAUBA realizó un inventario de la actividad. Hoy, el territorio bonaerense posee 7.000 hectáreas con producción frutícola, sobre todo en el norte de la provincia. ¿Los cultivos más difundidos? Naranja, durazno, kiwi y olivo. Además, se desarrolló un sitio web interactivo de libre acceso para ver los resultados y contribuir a un futuro Censo Frutícola Provincial.
“La fruticultura cuenta con una larga trayectoria en la provincia de Buenos Aires y el Ministerio de Desarrollo Agrario de la provincia —MDA— tiene el objetivo de potenciarla. Para eso, es necesario conocer en detalle su presente”, comentó Patricia Lombardo, docente de la cátedra de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
En este sentido, agregó: “El MDA le solicitó a la FAUBA actualizar, complementar y profundizar la información disponible sobre la fruticultura bonaerense. Contábamos con datos del Censo Nacional Agropecuario —CNA— del año 2018 y del Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios —RENSPA—. Con un equipo interdisciplinario de la Facultad generamos un inventario y un cuestionario para llevar adelante un futuro censo frutícola”.
Hernán Dieguez, docente del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información (FAUBA), explicó que para generar el inventario frutícola, interpretaron visualmente imágenes satelitales de acceso libre. “Relevamos meticulosamente 14.100 km² de la provincia y delimitamos los predios frutícolas. Observando sus colores, sombras, formas y tamaños pudimos espacializar y cuantificar su superficie. Luego, cruzamos esta información con registros de cada partido”.
“Identificamos 7.000 ha frutícolas, 1.000 más que las registradas en el CNA de 2018. Esta superficie está concentrada. El departamento de San Pedro tiene la mitad, seguido por Coronel Dorrego y General Pueyrredón, que tienen entre 1.000 y 500 ha, mientras que 27 partidos poseen menos de 100 ha”, destacó Dieguez.
En cuanto a los cultivos más extendidos, Hernán señaló que el primer lugar lo ocupa el de naranja con casi 2.300 ha. Lo siguen el durazno, el kiwi y el olivo, cada uno con cerca de 1.000 ha. “Cultivos como la vid, el limón, el pomelo, el arándano y la nuez de pecán ocupan entre 400 y 100 ha. Plasmamos estos resultados en un sitio web interactivo de libre acceso para que los puedan consultar otras instituciones y actores interesados”.
Fruticultura bonaerense: conocer para potenciar
Con la idea de fomentar la fruticultura bonaerense, el MDA quiere desarrollar un censo frutícola. En esta línea, Lombardo resaltó: “Nuestros resultados son insumos fundamentales para que se lleve a cabo un futuro censo. De esta forma, el MDA puede organizar su logística. Puede saber adónde y cuánta gente enviar a censar las producciones”.
Patricia puntualizó que otra pata del proyecto implicó elaborar un cuestionario para aplicar en el futuro relevamiento censal. “Es más profundo que el del CNA del 2018. Abarca la gestión de la unidad productiva, el uso del suelo y la comercialización. En varios encuentros lo debatimos con funcionarios del MDA y así lo enriquecimos. Además, lo compartimos con la Mesa Provincial Frutícola”.
Por su parte, Dieguez, remarcó que también compartieron el inventario y que se abrieron diferentes líneas para continuar avanzando. “Esta información será pública, así que los actores del territorio podrán revisarla y validarla. Es probable que existan montes frutales recientes que no se hayan incluido en el análisis inicial. Conocer su distribución ayudará a identificar áreas donde se podrían aplicar incentivos específicos o comprender mejor las dinámicas locales”.
Para finalizar, Hernán, integrante del Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección de la FAUBA, planteó que este trabajo podría replicarse en otras provincias: “La FAUBA cuenta con la metodología, el conocimiento y los equipos interdisciplinarios idóneos para replicar este tipo de estudios en otros territorios”.
*Artículo elaborado por Sebastián M. Tamashiro para Sabe La Tierra, el sitio de divulgación científica de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
Fuente Tiempo Argentino